Miguel García
Zócalo Saltillo
Calibre 57 / Pelotas |
Foto: Armando
Aguirre-Cortesía
“La máscara yo la
perdí con Cristo. Pero hoy lucho una lucha mejor”, así comienza su historia
Mariano Manzanares, ex luchador y ministro del Centro Evangelístico “La
Esperanza”.
El famoso rudo de antaño, El Judicial, abandonó hace 14 años sus
ruindades en el cuadrilátero porque no soportó más una vida inclinada al
escarnio y vicios como drogas, alcoholismo y adulterio.
No se arrepiente de su
decisión, tampoco culpa al deporte de sus excesos, sino al ambiente y los
reflectores. La lucha era un vicio, fue su pasión, pero por el cual dejó a su
esposa e hijos. “El precio de la fama y popularidad es renunciar a todo,
trabajo y familia”, precisó.
Hoy aconseja a los
buenos gladiadores de Saltillo en pensar dos veces su partida a la Ciudad de
México, porque se aventuran tras el estrellato en las arenas a costa de mucho.
“La lucha libre es el
mejor deporte, lo puedo considerar como el más completo”, señaló. “Cultivas tu
físico, tienes agilidad en tus músculos, practicas la lucha olímpica,
grecorromana e incluso el pleito callejero con muchos riesgos y lesiones”.
“Pero desgraciadamente
hay algo que envuelve a la lucha, los vicios”, añadió, además de resaltar que
el propio deporte es muy mal valorado por los promotores. “Y la lucha se te
mete a los huesos”.
“Dejé a mi familia por
tener fama, donde toda gente te quiere saludar y brindarte cosas”, comentó. “Empiezan
a venir alcohol gratis, mujeres gratis. Eran los resultados de ser popular. Una
porción en la Biblia dice: ‘Es imposible que camines en el lodo sin ensuciarte’
o ‘que pises sobre el fuego sin quemarte los pies’. No fuimos exentos”.
El rudo Judicial sabía aplicar el recurso técnico como La Campana. |
‘CARNE DE CAÑÓN’
Egresado de la Escuela
de Artes Plásticas de la UAdeC como profesor de dibujo y pintura, tenía su casa
frente a la recién creada Arena Pavillón del Norte, donde conoció al promotor
Juan Hernández, a quien le ayudó a tomar fotos y hacer publicidad.
Más tarde conoció a
los luchadores y a quien sería su primer maestro, Pantera Negra I. A sus 27
años, inició su entrenamiento para tener condición y hacer cuerpo. Durante año
y medio estuvo tras bambalinas, esperando su debut y en 1986 saltó al encordado
en el Salón Ferrocarrilero.
“A consecuencia de una
película llamada El Judicial ‘Carne de cañón’, me llamé El Judicial”, dijo. “Dibujé
un personaje muy musculoso y hasta mi profe se rió. Pero dije que un día iba a
estar así y me metí al gimnasio entrenando cinco horas diarias de lucha libre”.
VINO EL ÉXITO;
EL VICIO IGUAL
De cabello largo,
arete, pantalones bombachos y camisas que decían AAA, El Judicial vivía su
mejor etapa de gladiador, durante sus 11 años de lona recorrida. Incluso se
entretenía oyendo el eco de sus proezas sobre el ring en charlas con taxistas.
Planeó irse al DF, pero un accidente de su compadre, Black Heart, lo impidió
aunque no dejó de hacer giras por el norte del país.
Sin embargo, por sus
adicciones comenzaron los problemas. “Puedes abstenerte un tiempo de las drogas
y el alcohol, pero me involucré y tomaba consecutivamente, con mi hogar a punto
de divorcio. Salía a luchar a diferentes lugares, pero con mi hogar destruido”.
“La máscara te hace
aparentar. Aparentas una felicidad que no tienes y dices lo que no sientes”,
confesó. Era altivo y vanidoso. Tenía más de 10 equipos diferentes, era
considerado el luchador más elegante de Saltillo y al final de su carrera valuó
en 1 millón de pesos su colección. “Me sentía bordado a mano”, aclaró. Sentía
que no necesitaba de nadie, entró en conflicto con promotores de Saltillo y fue
vetado.
Hasta 500 pesos pagó
para entrenar en el Gimnasio Taurus de Monterrey, Nuevo León. Incluso llegó a
luchar gratis en la Sultana del Norte. Visitó las arenas de la periferia, pero
no pudo luchar en la Arena Coliseo, aunque fue recomendado por Volador,
Misterioso y El Perro Aguayo. Le recriminaron que empezara al revés y no
iniciara en la Coliseo.
Cuando cambió su identidad a Ministerial, disputó duros combates con su hermano, Mr. Gallo. |
EL GLADIADOR
RETÓ A DIOS
“A mi hija a los 13
años le hablan de Jesucristo, que había una respuesta y solución a nuestros
problemas”, relató el también enmascarado como Ministerial, Tortuguillo y
Guerrero Espacial. “Mi hija creía que el hombre puede cambiar. No a través de
las filosofías ni de la religión o psicología, sino por conocer a Dios”, manifestó. Su esposa e
hija iban a una iglesia de Ramos Arizpe y oraron porque, por los problemas, su esposa
estuvo al borde del suicidio.
“Mientras más iban a
la iglesia, más dificultades teníamos porque íbamos por diferente lado”,
resaltó. Cuando se le cerraron las puertas en las arenas y acabó robando borrachitos
en las cantinas, supo que había denigrado su vida. Entonces retó a Dios, si
existía, para cambiarlo.
En su casa le
otorgaron el perdón, pero no trabajaba e hizo camisas y pantalones de gimnasio
para venderlos. Un día lo visitaron los hermanos, se molestó y apenas lo había
pensado, según relató, cayó al suelo. “Fue un dolor intenso en mi cadera, no me
respondían mis piernas”, dijo.
“Anduve mes y medio
con los pies en rastra y ahí fue cuando Dios empezó a tratar en mi vida”,
agregó. Ahora, más que la fecha de su debut en el ensogado, recuerda mejor la
de su conversión, el 3 de julio de 1997. “Sin que nadie me invitara a la
iglesia, fui a ese lugar y ese día acepté a Jesucristo en mi corazón”, subrayó.
Como Mariano Manzanares, exhibe en su ministerio la "tapa" del Judicial para dar testimonio. |
CAMBIÓ ‘TAPA’
POR ‘LA BIBLIA’
Aunque la tentación
está frente a su casa, pues tiene su domicilio frente al Coso de la Bellavista,
donde cada domingo se escuchan los costalazos y gritos de la afición, él no
sucumbe, aunque todavía palpita en él ese sentimiento por encarar al rival como
rufián.
“Desde que me
convertí, la lucha libre no la veo ni en la televisión… Sinceramente, yo le
tengo miedo. Cuando hay funciones, yo no estoy cerca (de la APN)”, dijo con
alivio. “Le huyo a eso. Mi vicio no eran las drogas o el alcohol, sino la
lucha, que lo dejé todo por ella”.
¿No extraña subir al ring?
Sí, he tenido sueños
donde me veo luchando. Pero ahora ya no podría porque han pasado 14 años que lo
dejé y que no piso un gimnasio. El físico que conservo es natural, nunca usé
drogas para el ejercicio. Cuando usé algún aliciente, era cuando luchábamos.
“(La lucha) fue algo
que amé mucho, lo tengo en mi corazón. Cuando te pones la máscara, el personaje
se posesiona de ti, pero gracias a Dios que nos ha permitido controlar eso”, refirió.
“Es un sentimiento interno que fluye acá dentro como cuando te emocionas por
algo”.
“A mí Dios me
dijo que ningún hombre puede sentarse en
silla de escarnecedores y en la lucha es lo que hacemos”, aclaró. “Nos gozamos
con el dolor de los demás, quiero ver sangre, agresión y maledicencia”.
Hoy el pastor
evangelista se dedica en cuerpo y alma en dar su testimonio para demostrar que
Dios cambió su vida y a veces predica enmascarado desde el púlpito, cargando fotos
y recuerdos como evidencia. Otro con una misión similar es el cura luchador, Fray Tormenta; en su caso,
Espanto Jr.
“El Espanto Jr. va a las arenas a dar testimonio de Cristo. Yo lo
bendigo porque lo llamó Dios así, pero a mí me dijo: ‘Apártate’”. Y la máscara del
Judicial, aunque sigue guardada en la maleta, aún cobra vida de vez en cuando, no para
alimentar su ego, sino para rendir tributo a un Ser Superior y dar fe del milagro.
TABLA
¿QUIÉN ES?
Nombre de pila:
Mariano Manzanares
Profesión: Dueño de
imprenta, profesor de dibujo y pintura, y pastor evangelista.
Nombre de batalla: El
Judicial
Otras identidades: El
Ministerial, Tortuguillo Destructor y Guerrero Espacial.
Maestros: Pantera
Negra I y Pájaro Azteca I.
Debut: 1986 en el
Salón Ferrocarrilero.
Retiro: 3 de julio de
1997
Hermano: Mr. Gallo.
Sobrinos: Mr. Gallo
Jr. y Judicial Jr.
Compañeros: Luchó 10
años con El Marshal.
EL DATO
Egresado de la UAdeC
de la Escuela de Artes Plásticas, creó el diseño de la máscara del Jinete Misterioso,
aunque nunca luchó con el personaje.
También sugirió
diseños para la Saeta, Jesús Camacho, quien tiene mucho prestigio por crear
máscaras en Monterrey.
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