julio 31, 2011

PACO NIÑO: REFERÍ DE MUCHO COLMILLO

Miguel García
Zócalo Saltillo

Foto: Archivo

Vestir la famosa camiseta de líneas negras no es suficiente para ser árbitro, réferi o mediador de un combate en la lucha libre. Al fin deporte espectáculo, el único extraño sobre la superficie deja de serlo al sumergirse en las acciones de la batalla, el folclor y ánimo de la afición. Por ello debe tener conocimiento y carisma dentro de las cuatro esquinas.

Su andar titubeante, la risa desdentada y su ángel arriba del ring lo distinguieron de otros como "El Suavecito", "Hijo de Miguelín" o "Salvatore". A sus 46 años de edad, Juan Francisco Niño Ramírez hizo de las suyas sobre el cuadrilátero.

Al puro estilo del “amor apache”, los rudos le gritaban “El Chimuelo”; los técnicos, Paco Niño. A chillidos o rumores, todos le reclamaron alguna decisión por su corazón rudo y porque cometía atracos o tomaba malas decisiones a beneficio del más fuerte, noble o gañán, según como anduviera de humor.


Desgraciadamente, por una enfermedad que se agudizó en su pierna afectada por una inyección mal puesta, los médicos le cortaron la extremidad con el defecto y lo obligaron a abandonar el ring para dolor de su familia, amigos, aficionados y él mismo.


Fuera en la Arena Pavillón del Norte, en los terrenos de la feria o en el ring exprés, a todo trabajo le daba seriedad. “La lucha no es un juego pero sí pone en juego la vida”, repite a todos los jóvenes iniciados. “Hay relajo dentro del entrenamiento, es como todo. Pero en un encuentro deben ser lo más serio que ellos puedan”.

Aún así, pese al defecto de su pierna y la diabetes, el referí más recordado en el Coso de la Bellavista (de hecho, se la recordaban cada función), presumía una trayectoria de 27 años dando de palmadas a la lona.

‘MAMÁ, SOY PAQUITO’
“Por pura casualidad”, dijo, se enfundó en esa casaca a rayas. Cuando su hermano era promotor junto con Juan Hernández, el réferi faltó en una función y lo metieron a mediar los combates en 1984. Sin embargo, el cariño o “repudio” de la gente se lo ha ganado a pulso por su picardía.

“Tengo 30 años dentro del mundo de la lucha”, comentó. “Empecé como ayudante, a acomodar las sillas. Después me metí más a fondo y estuve como promotor con mi compadre Pantera Negra en La Guayulera, la Vista Hermosa y el Salón Ferrocarrilero”.

Como gajes del oficio, consideró las trompadas que le caían como por mandato divino
cuando todos lo odian y castigan, o cuando algún exótico como la Diva Salvaje lo llena de besos.

Cuando los trancazos están a la orden, el único que parece sobrar en el cuadrilátero es Paco Niño y no falta el rufián que despide entre aplausos y con una sonora cachetada al predilecto de la concurrencia.

“Nunca fui luchador por mi defecto en la pierna”, aclaró. “No estaba traumado ni por nada que lo evitara. Pero anduve entrenando. Por eso me aviento a veces las maromas”.

Durante dos años aprendió a caer, cuya técnica le ha dado resultados. Entrenó al lado del Zorro Plateado Sr., Imperio Rojo, Pantera Negra, Murciélago Infernal y Green Demon.

“Mi mamá me contaba que el defecto fue por una inyección mal que me pusieron en el seguro recién nacido”, narró. “La enfermera sacó la aguja y me agarró un nervio del talón. Ahora para poner el talón en el piso son como 7 centímetros, por eso traigo un aumento (de ese tamaño)”.

Su problema en la pierna nunca lo frenó aunque sí le acarreó problemas con los gladiadores. “Uno como referí que anda en todo el ring se cruza con ellos y hasta choca”, dijo. “Les pido disculpas pero no tengo ojos por todos lados”.

EXCLUSIVO APN
“Por cuestiones personales me retiro en el 90 y vuelvo en el 2001”, indicó. La familia Niño se había dedicado al negocio de la carpintería, incluso tenía su propia arena de lucha en Maderas Paco. “Trabajé de jefe de seguridad en una tienda comercial y tres temporadas en el Parque Madero, también checando las combis durante 10 años”, relató.

Pero otra vez por pura casualidad regresó a sus dominios entre las cuatro esquinas. “Llego a la Pavillón como aficionado. Compro mi boleto, me siento en la gradería y mi compadre Pantera estaba de programador con César Ramírez".

"Habían fallado todos los réferis y me manda llamar mi compadre con su sobrino Tormento Negro”, relató. “Aviéntate esa lucha”, le dijeron. Aunque “andaba muy fregado por la diabetes”, les dio la mano y salió todo muy bien. Después le aventó la playera y le dijo: “En adelante tú vas a ser el oficial”.

Sin embargo, la responsabilidad de Paco Niño era más grande. “No nada más me dedico a la refereada”, señaló. “Le ayudo al promotor en el perifoneo y el domingo ando al tanto acomodando carros y todo eso. Y sí cansa”.

Pero para él todo esto es un regalo. “Para mí (ser referí) es la vida”, manifestó. “En lo personal agradezco a Dios y a la lucha de estar vivo. Cuando volví a referear estaba muy deprimido por cuestiones económicas y morales”. Pese a que cedió su sitio al también referí, Hijo de Miguelín, no desaparece de la APN ni olvidó los buenos ratos. Aún se le mira en las funciones con el par de muletas, disfrutando de la lucha libre y el cariño que le brinda la gente al reconocerlo.

La mejor lucha de la cual ha sido árbitro fue entre el Gran Markus Sr y Guerrero Azteca. Fue su primera lucha de campeonato mundial en el Salón Ferrocarrilero. Sin embargo, del 2006 en adelante refereó combates por títulos con el Negro Navarro, Solar, Espartaco, Rayo de Jalisco y Máscara Año 2000 entre otros, así como todos los de Coahuila.

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