Miguel García
Zócalo Saltillo
Foto: Miguel
García-Víctor Mendoza
Los Hermanos Diablo
todavía tienen cola que les pisen. De las profundidades del averno, la dinastía
sigue nutriéndose con nuevos elementos que defiendan su legado de sangre y rudeza.
Hijos del Chavo Lomelí, Ángel del Infierno y Maligna han hecho alianza cual cancerberos del infierno
para proteger el nombre de una familia de abolengo en la lucha libre de
Saltillo y Ramos Arizpe.
El hermano mayor es
el demonio con alas y la menor, la amazona del infierno. Aunque hay diferencia en edad e inicios
dentro del deporte, juntos hicieron el viaje el año pasado a Pachuca para
aprender aún más, dos meses duró la estadía y su primera gira por el centro del
país.
UNA AMAZONA
DEL INFRAMUNDO
Aunque Magnífica es la
luchadora más joven del Clan Diablos, Maligna es la exponente ruda con mayor vehemencia
y sed de triunfo, sin contar a sus tías Paty Rey y Lady Star. Cuando sube al
enlonado, es blanco de piropos y silbidos.
Además, podría ser una
de las pocas damas en Saltillo que practica el deporte del costalazo con buenas
maneras, pues las féminas casi están en extinción arriba del cuadrilátero local.
Por ello garantiza que su tía Paty Rey, “sería su única rival seria en
Saltillo”.
“Toda mi familia es
luchadora, desde chiquita ando en este ambiente y siempre me ha gustado la
lucha libre. Soy ruda por mi papá, hermano y tíos”, señaló quien es de cuna
luchística y que, hasta hoy, estando tan sumida en el deporte, también sostiene
un romance con otro joven prospecto del ring en Saltillo.
Maligna hizo su debut
en sociedad y el gremio luchístico a los 15 años de edad; dos años después, su
equipo cambió del original, ya estuvo en México y fue contendiente por el Campeonato
Femenil en Monterrey, Nuevo León, contra Hija del Karonte.
El éxito vino tras
grandes esfuerzos, luego de darse más a conocer en la Sultana del Norte.
“Empezamos a ir con mi papá a la Arena Halcón, ahí me fueron a checar
promotores de varias arenas como La Coliseo, la Femenil. Vieron mi trabajo y de
ahí me hablaron”, dijo.
Entre sus maestros se
cuentan Gatúbela, hija de su abuelo también luchador, Costeñito Moy, y el
Campesino del Valle. Otros fueron Ángel del Infierno, Chavo Lomelí, Tormento
Negro y Latino.
UN DEMONIO CON ALAS
Con 8 años de lona
recorrida, Ángel del Infierno ha forjado su trayectoria en los ensogados
locales y de la región norte de México ante saltillenses igual de fieros y
también contra elementos de Triple A y el CMLL. Así, la presión y motivación
crecían en él conforme aparecía en cosos de Monterrey y Reynosa.
Desde que tenía 8 años
se iba con su tía La Gatúbela a una arena en colonia La Güayulera, propiedad
del luchador Chómpiras. “Duraba cinco meses entrenando y dejaba de ir, pero
cuando me agarré seguido fue a mis 12 años. Empecé como Luzbel”, relató.
“La máscara la expuse
cuando tenía tres años luchando, fue en la Arena Obreros y le gané la máscara a
un rudo que se llama Crazy Flamer, de Saltillo”, añadió.
Respecto a su
herencia, ser parte del Clan Diablos, manifestó: “Se siente bonito que a donde
quiera que vayamos a luchar nos reconozcan primero por la familia, mi papá y
mis tíos, pero luego se van dando cuenta que cada elemento trae su estilo, sus
llaves, su escuela. Ya es como van diferenciando al luchador de la dinastía”.
Una de sus pruebas más
difíciles es subir al cuadrilátero junto a su padre, Chavo Lomelí. “Yo lo veo
hasta ahorita como mi ídolo. Mi papá ha sido el motor para mi lucha”, resaltó.
“Con mi papá como pareja se siente un respaldo por la experiencia, pero
luchando en contra dejas a un lado la familia y tratas de dar lo mejor de ti”.
Sin embargo, en una de
sus mejores luchas, le tocó eliminar a su papá del torneo por los campeonatos.
“Sentí que fue mi mejor lucha. Era una ruleta y nos fue tocando con diferentes
luchadores. Me tocó con mi primo Sangre Latina, Zorro Plateado y con mi papá
Chavo Lomelí. Lo eliminé”, dijo.
Su afición por la
lucha libre va más allá de practicar el deporte, pues también le gusta crearse
distintas máscaras, aunque no sea negocio presentarse cada domingo. “Aparte de
la lucha trabajo en una fábrica. A veces aunque no haya tiempo uno hace lo
posible por entrenar un rato, ver a los amigos de la lucha con los que
entrenamos. Como es un gusto la lucha, no le pones peros y haces lo más para
tratar de venir”, finalizó.