Miguel García
Zócalo Saltillo
Foto: Cortesía
El gusto por la bebida
no era suficiente para hacerle olvidar a don Alberto el sabor de la ovación y
el cariño de la gente. Su pasión por la lucha libre era mayor, más fuerte que
la vida bohemia.
Tras su paso por
Alcohólicos Anónimos, el retorno al ring fue inmediato, luego del mal trago por
diez años, y hasta hoy ha sido maestro de 56 discípulos, alejando a jóvenes de
los vicios.
Su Alma Negra, primer
personaje, quedó en el olvido y nació un personaje para los infantes de
Saltillo: El Chómpiras. Su oficio era guardar el orden en el municipio, pero en
el ensogado se convertía en el ladrón más querido por la gente al regalar
dulces y antifaces a los niños.
|
Zócalo Saltillo |
Su placa y uniforme
quedaban en la maleta para dar lugar a la boina y traje negro del socio más
fiel del “Botija”.
Avecindado en la
colonia Guayulera, en su taller de máscaras don Alberto pasa las horas
diseñando modelos nuevos y clásicos para los vendedores de “tapas” que cada
domingo se paran en las arenas de lucha libre, después de ser despedido a medio
año del retiro en la policía municipal.
Telas, antifaces,
moldes de grecas y capuchas relucientes cuelgan de las paredes. Bosquejos,
cintas y más modelos están esparcidos sobre la mesa de trabajo. Los álbumes de
fotos son retirados del clóset y, apenas se da vuelta a las páginas, las viejas
gestas vuelven a la memoria, después de su retiro de los encordados en 2001.
NI UNA GOTA MÁS
“Después tuve que
reconocer que era un problema muy fuerte en mí, tuvimos que ingresar a
Alcohólicos Anónimos, me interesó, comprendí el programa y ahora les llevo el
mensaje a quienes tienen el problema del alcohol”, manifestó.
A la edad de 30 años,
Alberto Ramírez regresó al deporte de los catorrazos y azotones. Cuando se
abrió la Arena Tokio, su reencuentro con la lucha libre fue como Caballero
Negro con funciones en la Arena Obreros y Otilio “Zurdo” Galván. Sus giras
fueron en el interior del estado por Ramos Arizpe, Rosita, Sabinas, Múzquiz y
Monclova con el Zorro Plateado, los hermanos Lomelí y muchos más.
“Crecieron mis hijos,
los empecé a iniciar en la lucha libre. Uno es Guerreo del camino, otro el
Halcón Ramírez, otro el Doctor Lee y una más La Invasora”, comentó.
“Actualmente dos andan en activo y uno ya se retiró. Mi hija La Invasora se
interesó por la lucha, anduvo cinco años y luego se casó”.
“Este deporte es para
niños de uno a cien años. Si no vas con alma de niño, no puedes disfrutar de un
programa de lucha libre. Si quieres ver sangre y golpes rectos y directos, está
el box que es un deporte de contacto muy duro”, explicó.
MAESTRO A DOMICILIO
Con un ring
improvisado que él mismo construyó en el interior de su patio en La Guayulera,
recibía a propios y extraños para entrenar o celebrar las funciones vespertinas
en la llamada Arena Zorro Plateado.
“Mis hijos tenían
muchos amiguitos y los miraban con sus máscaras y que iban conmigo a la lucha.
Yo opté por poner una arenita y un ring. Luego ellos empezaron a invitar a sus
amigos de la escuela y secundaria”, recordó.
“Eran bastantes los
jóvenes que entrenaba, pero también vinieron muchos luchadores en forma,
profesionales. Les gustaba mucho mi modo de entrenar”, recalcó.
Su prueba para saber
si un luchador tenía buena condición física era ponerle los tres ejercicios
básicos: hacer en 60 segundos 60 repeticiones de abdominales, sentadillas y
lagartijas.
Policía municipal por
muchos años, fue despedido en el reajuste reciente. Durante más de veinte años
estuvo en activo y en ese tiempo hizo de sus propios colegas luchadores
destacados como El Vietnamita I y II, Bestia del Ring, El Terrorista y La
Araña, entre otros. Incluso alguna vez todos participaron en luchas a beneficio
sólo con enmascarados policías.
“El ejercicio diario
era todo”, confesó. “En lugar de tomar la combi me iba corriendo hasta mi lugar
de trabajo. Desde La Guayulera atravesaba la estación del ferrocarril y La
Alameda”.
|
También la hizo de "Chanfle". |
‘CAQUITO’ AL RESCATE
Encarnado a los 40
años al socio del “Botija”, vivió el mejor momento de su carrera arriba de los
entarimados. Se convirtió en maestro y ayudó a jóvenes en condiciones similares
a las suyas hace años con problemas de alcoholismo y drogadicción.
Algunos de ellos son
los adictos confesos, Caballo de Fuego y Red Danger. “Red llegaba a la arena,
se sentaba a vernos entrenar con la botella entre las piernas y ahí se quedaba
dormido”, dijo. “Acabábamos de entrenar y él seguía ahí. Quería entrenar pero
le dije que mientras siguiera tomando no se podía. No se lleva ningún vicio con
el deporte, porque nos manda mente sana en cuerpo sano”.
BAUTIZADO POR
LA AFICIÓN
Con tenis, pantalón
negro y una camiseta rayada, además de su cachucha, Alberto Ramírez se subió al
ring en el Gimnasio Municipal con un nombre cualquiera, pero la gente me empezó
a gritar: “¡Chómpiras!” “Y así se me quedó”, dijo. “Los compañeros me
recomendaron que me quedara con el nombre y saqué mi licencia con ese
personaje”.
Entre otras
actividades, uno de “Los Caquitos” acompañó a niños en el Hospital a darles
ánimos cuando estaban en salud terminal, hacía luchas a beneficio de los
familiares, en su alimentación o transporte.
“Nos hacía sentir
satisfechos a mí y a los demás muchachos”, aceptó. “Les inculqué la idea que
había que aportar a la sociedad lo que pudiéramos hacer, nuestro granito de
arena. La lucha libre es un deporte muy hermoso y nos ayudaba para proyectarnos
en todos los aspectos”.
PILLO DESDE
CHIQUILLO
“De niño siempre me
gustaba ver las revistas del Santo y dibujarlo en las paredes. Me regañaban los
vecinos porque siempre andaba con carbones dibujando la máscara del Santo y
Blue Demon. Me tiraba del ropero arriba de la cama”, relató a sus 64 años de
edad.
Junto a su primo “El
Bobby” Coronado acudió a entrenar al Deportivo Madero en el Ojo de Agua y ahí
conoció a Relámpago Sam, Benny Torres, Rebelde, Sombra Negra, Zorro Plateado,
Águila Blanca y Martín “Copetes” Palomo.
“Cuando Relámpago Sam
me vio cómo luchaba y me veía en el ring, me dijo: ‘Te voy a poner el nombre de
Alma Negra porque se ve que tienes mucho estilo rudo’. Ese nombre lo adopté”,
dijo. Su debut en un cuadrilátero bajo esa identidad ocurrió a los 15 años en
el Deportivo Madero en 1963.
|
Cuando era Alma Negra. |
La escuela del
Relámpago Sam (Santos Torres) le valió representar a Coahuila en torneos de
lucha grecorromana. “Mi servicio militar consistió en participar a los 18 años
de edad. Representé a Coahuila en la clase de 1947. El capitán Corona fue
nuestro representante, obtuvimos trofeos y diplomas”, recordó.
Sin embargo, a los 20
años aprendió a tocar el acordeón y se unió al grupo “Los Príncipes del Valle”,
con unos muchachos de la colonia González, para hacer a un lado máscara y
mallas. “Nos metimos a la bohemia durante diez años, tocábamos en night club,
bodas y salones de baile”, finalizó.
EL DATO
Princesa de Oriente,
Estrella Universal, La Guerrillera, Princesa Blanca, Dolly Metal, Orquídea
Norteña y La Invasora (hija) fueron alumnas del “Chómpiras”.
NUMERALIA
2001 fue su lucha del
retiro en la Arena Obreros del Progreso.
56 fueron sus
discípulos, entre hombres y mujeres, en la arena que construyó dentro del patio
de su casa, avecindada en la Guayulera, mejor conocida como Arena Zorro
Plateado.
28 años estuvo en
activo sobre los cuadriláteros. Sus últimos tres años volvió a la identidad con
la cual inició, Alma Negra, ahora en el bando rudo.
29 años con seis meses
estuvo al servicio de la Policía Municipal de Saltillo y fue despedido a seis
meses de su jubilación.
|
Recién graduado de la Academia. |
TABLA
Nombre de batalla: El
Chómpiras.
Nombre de pila:
Alberto Ramírez Domínguez.
Oficio: Policía
municipal (desempleado).
Edad: 64 años.
Otras identidades:
Alma Negra.
Maestros: Relámpago
Sam (Santos Torres) y El Pantera.
Estilo: Técnico (Chómpiras)
y rudo (Alma Negra).