noviembre 28, 2011

ATLANTIS: UNA LEYENDA VIVA


Miguel García
Zócalo | Saltillo

Foto: Miguel García-Gerardo Ávila-Armando Aguirre

“Tengo seis máscaras muy valiosas que cada seis meses las baño. Las lavo y me pongo a platicar con ellas. Son unos trofeos maravillosos”, confesó Atlantis la manera de celebrar sus hazañas, inmortalizadas en el libro sagrado.

“Soy el luchador que tiene más logros, más máscaras importantes (ganadas) en la Arena México. Más que el Hijo del Santo y Blue Demon Jr.”, afirmó. “He hecho mi propia leyenda en la lucha libre gracias a una campaña blanca y al mejor público de las arenas, que son todos los niños”.

Talismán, Hombre Bala, hermano del Pirata Morgan; Tierra, viento y fuego, Kung Fu Sr., Mano negra y el Villano III fueron las identidades que acabaron en manos del “Rey de los mares” durante sus 28 años de trayectoria. Y todavía faltan. Una de ellas podría ser, según rumores, la del Último Guerrero.

“Desde la primera máscara que le gané al Talismán en el ‘86 hasta la última, la del Villano III en el 2000, fueron máscaras muy codiciadas en su momento de súper estrellas”, subrayó.

“Si tienes esa presea tan codiciada por muchos luchadores —tenerla en mis manos porque me costó sudor, lágrimas y mucho esfuerzo—, me siento muy satisfecho”, manifestó.


EL AMOR POR
LA MÁSCARA
Sin embargo, resaltó que, pese a la confianza en sus habilidades y fortalezas, siempre subió al ring con el temor del fin de Atlantis y su incógnita. “Desde mi primera apuesta, pensé que iba a perder la máscara”.

Es tal su cariño por su identidad que presume  de algo más: “Tengo la primera máscara que mandé hacer y ningún luchador de México tiene su primera máscara. Yo la tengo ahí. Tiene unas 10 o 15 luchas. Ahora está toda amarilla, pero era blanca”.

Hoy el lugar que muchas veces ocuparon sus rivales, Atlantis lo tiene asignado. El ídolo de los niños es él; la “tapa” más cotizada es la suya. Pero, según reiteró el profeta que volvió al bando técnico tras 6 años de ausencia, “todavía no nace quién me la gane. Yo me quiero retirar con esta máscara, donde está escrito el nombre de Atlantis en letras de oro”.

A sabiendas de su popularidad y las comparaciones entre leyendas del ring, Atlantis aseguró: “Llegar a la talla del Santo o Huracán Ramírez, es un privilegio de Dios y este deporte”.



ATLETA ANTES
QUE ATLANTIS
“Era deportista desde la edad de los 5 años. Siempre he sido luchador y siempre me ha gustado el deporte de alto rendimiento”, recordó. “Estuve en natación, luego en el pentatlón y a los 14 años entré a la escuela de la lucha libre. Estuve aprendiendo 6 años”.

“La lucha libre es una carrera”, sentenció. “Nunca dejas de aprender. Yo estudié cuatro luchas: la olímpica, grecorromana, intercolegial y la lucha libre”.

Aunque sus papás lo mantenían para estar en la escuela del “Diablo” Velasco, no quiso dejar todo el gasto a su familia. Por ello realizó trabajos que pagaban algunas cosas cuando se mudó a vivir al gimnasio de la Arena Coliseo, en Guadalajara.

Un 11 de julio de 1983 en la Pista Revolución debutó Atlantis sin hacer otra cosa. “Desde que debuté siempre me he dedicado a la lucha libre”, dijo. Después de sus éxitos y de abanderar a los técnicos por 22 años, se cambió al bando rudo y creó los Guerreros de la Atlántida junto al Último Guerrero. Hace poco retornó a la esquina de los limpios y de su antiguo aliado hizo ahora su acérrimo rival.

LOS SECRETOS DEL
‘REY DE LOS MARES’
¿Cuál es la clave para ser un emblema de la empresa?
Disciplina, constancia, respeto y el trabajo. Es fácil llegar, pero mantenerse es muy duro. Estar tantos años a cierto nivel en la lucha libre, no cualquiera. Somos pocos. Hay muchas estrellas que llegan dos o tres años y desaparecen.

¿Cómo vivió el momento de quitarle la máscara al Villano III?
Es la cosa más satisfactoria. Son obstáculos que piensas no pasarlos porque son rocas muy difíciles de brincar. Fue una lucha inolvidable para mí y memorable para mucha gente aficionada. Esa lucha fue para mí la más dura y la que más se me ha quedado en la mente y en el corazón.

¿Qué pasó antes de la lucha que sería considerada una de las mejores en los últimos años?
Cuando firmé el contrato no podía dormir ni comer. Andaba inquieto, dormía dos horas, me levantaba y se me iba el sueño. Faltaban tres días y era peor, (andaba) más acelerado, como cuando tienes la primera novia con esas cosquillas en el estómago.
Subí muy nervioso a esa lucha y terminé súper relajado, hasta lloré cuando acabó por tanta presión acumulada un mes.

¿Ambos estaban conscientes de lo que podían llegar a hacer con esa lucha, el prime pago por evento en México?
Claro, no era a tres caídas. Era a una sola. Era ganar o ganar. En ese momento pensaba que sabía luchar como un gran gladiador para defender mi mayor presea, querida por mí y todos los niños: mi máscara.

¿Qué es la lucha libre para Atlantis?
Es un deporte de México, es una artesanía. La lucha olímpica es una maravilla, no lleva golpes al igual que la grecorromana. Intercolegial sí es peligroso, es un doctorado para que te conozcan en el mundo entero. Ya en la lucha libre se juntan las tres luchas con topes y patadas voladoras.

¿Cómo crear el castigo de “La Atlántida” y que se quede en el gusto de la gente?
Vete al ring a entrenar. Yo sigo entrenando lucha libre y aprendiendo. Ahí salen ideas y mil llaves. Esa llave yo la aprendí en el gimnasio, yo la inventé. Desde el momento que la apliqué la primera vez, sentí que para la gente la llave era de su agrado. Me dio un estilo. La gente sabe que con esa llave Atlantis tiene el triunfo. Nadie se va a escapar.

noviembre 19, 2011

''LUCHAR ES SU PASIÓN': DINASTÍA DEL PANTERA NEGRA

Miguel García
Calibre 57

Una de las familias más arraigadas en la lucha libre de Saltillo es la del Pantera Negra. Los rostros gatunos, sus bigotes rígidos y las orejas puntiagudas, forman parte del atuendo tradicional. Su aspecto simpatiza, pero es un vano engaño. Los Ramírez destrozan técnicos como el gato juega con su bola de estambre.


Fundador hace años de la feroz facción “Destructores”, con su hermano Zorro Galáctico y su amigo Sombra Lagunera, el Pantera ya entregó el mote por herencia a la segunda y tercera generación con sangre felina sobre el encordado para infundir miedo y ser un dolor de cabeza de los gladiadores locales.


Pantera Negra, Zorro Galáctico, Zorro Galáctico Júnior, Tormento Negro y Lince de Oro son los felinos de Saltillo capaces de dar todo por la afición. El estilo del clan va desde la rudeza tinta en sangre hasta los saltos al vacío. “Somos muy rudos y no había quien nos diera batalla”, recordó el Zorro su mejor época.


Confiados en las nueve vidas, ellos no tienen límites para el riesgo ni el frenesí. Su secreto es que a la familia Ramírez le gustan los deportes de contacto, según confesó Zorro Galáctico, pues también tiene sobrinos boxeadores.


EL PRIMER MAULLIDO
El Felino Mayor comenzó su experiencia en la lucha libre saltillense a partir de 1973, a los 16 años bajo la asesoría de Alberto Mora. Más tarde, uno de sus hermanos debutaría en 1986 como Zorro Galáctico; otro, lo haría como la segunda versión del Pantera, aunque dejó de aparecer.


“Mi papá Tomás fue boxeador, mi abuelo también. Mi papá llevaba a mi hermano el Pantera a entrenar box y él se salía para entrenar en un gimnasio de lucha libre sin que mi papá supiera”, añadió el Zorro. “Se enteró hasta que iba a debutar. No hubo más que apoyarlo”.


Pero el legado del Pantera creció en el cuadrilátero y obtuvo dos generaciones más de desalmados felinos que a la primera provocación sacan sus afiladas garras. Nadie logra que ericen sus pelos. Pero si hay peligro, lo afrontan todos porque el clan del Pantera se protege como una leona a sus cachorros.


SUMAN GARRAS
Durante 15 años el Pantera inquietó en solitario las arenas saltillenses, pero cuando unió fuerzas con su hermano menor Zorro Galáctico, ambos serían el terror de los técnicos, aunque el Zorro abandonaría los enlonados para dedicarse a estudiar la carrera de Administración de Empresas.
Sin embargo, pasado el siglo 20, en 2005 debutaría un nuevo aliado del clan gatuno.Zorro Galáctico Jr. saltaría al encordado con lo mejor de la escuela del Pantera Negra y su tío. “A él lo entrenamos un año y después lo debutamos porque lo preparamos bien para enfrentar a cualquier luchador de nivel”, dijo.
“Después de 3 años, salen mis hijos. Primero el mayor, Tormento Negro, y al siguiente año, Lince de Oro”.
“Ahora son de los más destacados aquí en la APN y Saltillo. Me atrevo a decir eso”, sentenció orgulloso el padre del par de contrastantes gladiadores, por su derroche de talento al ras de lona y en el aire. Entre sus más recientes rivales, se han enfrentado a los Guerreros Tuareg, a Valiente y a Dr. Wagner Jr., en la Arena Pavillón del Norte, también contra atletas de Torreón, Monclova y Saltillo.


DESDE LAS ENTRAÑAS
¿Cómo se vive en el seno de una familia de luchadores?
“El tema principal es la lucha libre. Lo bueno que a mi esposa también le gusta. Ella nos apoya siempre, nos da críticas constructivas para echarle ganas y seguir en el gusto de la gente.
“Platicamos la lucha, los errores o descuidos que cometimos. Procuramos ya no cometerlos, venimos a entrenar martes y jueves. Nos preparamos para superarnos”.


¿Es difícil luchar al lado de sus hijos?
“Lo es porque ellos apenas están empezando, aunque están bien preparados. Me dan los nervios de padre, no de luchador.
“Me ha tocado luchar contra Lince. Incluso le dije: ‘Te voy a tener que pegar, mi’jo. Pégame tú también. Arriba del ring somos luchadores y hay que enfrentarnos. Fue su peor prueba porque lo golpeé”.


¿Qué se siente tener una dinastía?
“Como padre, antes de que entrenaran, no quería que se metieran a este duro deporte. Pasé por ello, tengo varias lesiones y no quería que pasaran lo mismo. Pero si ya lo traen en la sangre, hay que apoyarlos”.

noviembre 04, 2011

Bello Rubí: Brilla en la 'Ola Rosa'

Miguel García
Zócalo Saltillo

Foto: Gabriela Balleza-Miguel García

Desde que Dizzy “Gardenia” Davis se ganó fama en cada ring de México durante los años 40 por regalar flores a las damas y subir al ring con un mayordomo que lo peinaba, han existido en nuestro país los gladiadores que eligen para triunfar la tercera vía dentro de la lucha libre nacional a favor del buen olor y la elegancia en el vestir.

Con sus disfraces de carnaval, lentejuela y color pastel, el lagunero Bello Rubí, a sus 23 años de edad, se suma con maquillaje y todo a la legión de Coahuila que explora el dandismo y las finas maneras en un ambiente muy hostil como el de los luchadores gay, donde son reinas Pimpinela Escarlata, también de Torreón, Coahuila, y Cassandro, “La Diva de Juárez”.

“No nos queremos. Entre jotos no nos aguantamos”, dijo. “Si entre mujeres no se hacen daño, con nosotros es diferente, nos hacemos garras”, recalcó el miembro de la Ola Rosa, previo a disputar la lucha estelar en la Arena Pavillón del Norte.

No son rudos ni técnicos por entero. Por su similitud con las atrevidas bailarinas y vedettes de la época de oro, la prensa abrió una tercera categoría en el deporte del costalazo y los llamó exóticos. Aunque…

“Rudos, pero elegantes”, decía Sergio El Hermoso. “Nuestra aristocracia en el ring no tiene igual. Somos la clase en la lucha”. Su estilo más picante e irreverente, que a veces sobre pasa límites sin empacho, los acerca al bando rufián.

De modales distintos, con ademanes que sugieren homosexualidad y mucha dosis de audacia y valor, Bello Rubí sube al enlonado para dar buen espectáculo. Aunque se enojen sus rivales, él mete mano, los besa y acaricia. Incluso el público es blanco de sus arrebatos.

‘LOCA’ POR JUEGO
Una de las principales actitudes del exótico es que “exhibe sin recato su preferencia sexual y reta los ánimos homofóbicos”. Pero eso no incomoda al joven gladiador. “Todo empezó como un juego”, aclaró, aunque con maestros como Dany Gardenia y Dulce Paola, su ruta parecía trazada al dar el salto a profesional.

“Una vez faltó un exótico y me dijeron que si me animaba a salir de exótico”, recordó. “Me quedé con el personaje y ahí va e nombre de abajo hacia arriba poco a poco”. Con 8 años como luchador profesional y 6 usando el frívolo personaje, conoce los secretos del éxito en la nueva generación.

¿Y cuál es la clave para ser buen exótico?
Que no te dé pena nada. No puedes tener vergüenza de nada. Debes sacar tu lado femenino que todos los hombres tenemos. Hay que sacarlo y demostrar lo que somos.

¿Cómo hacerlo sin vergüenza?
Sólo se da. Cuando te tomas una cerveza, empiezas a jotear o imitar a Juan Gabriel. Todos tenemos un joto adentro.
“Todo hombre tiene un joto adentro”, sonrió con picardía.

¿Qué los distingue a ustedes?
Nosotras no sabemos lo que es la tristeza arriba del ring. Ahí subes siempre con una sonrisa.

La pregunta frecuente en la afición: ¿Los exóticos son o no son gay?
“Pues sí soy”, advirtió en un tono acorde a sus maneras. “Vengan para que vean que uno jotito sí es de veras, de veras”.

¿Por qué elegir la ‘Ola Rosa’?
Es algo bonito porque no se ve todos los días. Luchadores normales hay miles; exóticos somos pocos y contados. Siempre hay que catalogarse por algo diferente.

¿Ha sido sencillo interpretar el personaje?
De más joven era un poco serio y también era muy agresivo. La lucha libre me dio la calma, la pausa para sacar lo que tenemos adentro. Aquí nos desquitamos de todo. Así como la gente viene a sacar el estrés, uno igual.

¿Alguna anécdota divertida?
Ahora que iba en carretera, me pararon los retenes y te hacen sacar las cosas. Ahí vieron mis trajes, batas de la lucha y trajes de baño. Y me preguntaron: '¿Oye, pues tú qué eres o qué?'.
“Pues soy niña”, sonrió. “Es lo más incómodo que puede pasar. Pero estamos acostumbrados por tanto tiempo”.

¿La afición te acepta o rechaza el apapacho?
Hay de todo. Hay personas que se prestan. Hay que saber medir con quién vas a llegar porque recibes un golpe o una patada de gente que no le gusta esto. O también puede ser un abrazo o beso. Me ha pasado, de lengüita y todo.