junio 26, 2011

PILOTO 2000: UN CAMPEÓN DE CANTERA

Miguel García
Zócalo Saltillo

Foto: Víctor Mendoza-Miguel García-Cortesía

Eduardo interrumpió la charla para tallar sus párpados. Los ojos irritados por el polvillo que suelta la cantera le pican y le han atraído cuando sube al ring las burlas de los rudos, que no lo bajan de borracho, pero sabe que no hay remedio. Las bravatas son parte del folclor en la lucha libre.

No puede dejar el trabajo con el cual solventa su familia y, a veces, se da algunos lujos como comprar sus equipos de lucha. Aunque los efectos secundarios de su segundo oficio resultan más notables. Las cicatrices en la frente, las lesiones que lo acercaron al retiro, son algunas de ellas.

“Mi trayectoria ha sido constante, excepto por una fractura que tuve en mi columna y por la cual estuve a punto de quedar inválido”, recordó. “Me lo diagnosticó el doctor que me parara un rato. Fue a raíz de las luchas y los 12 años como profesional”. Pero regresó a la acción a base de tratamientos. Es una muestra de su convicción para conseguir lo que desea con verdadero fervor.

NO HAY LÍMITES
Con las herramientas y conocimientos que tuvo a la mano, el padre de tres hijos trabajó para cumplir sus planes. Lo hizo, por un lado, en la albañilería, y por el otro, arriba del cuadrilátero. A través de su técnica y valentía, persiguió el éxito para dar una mejor vida a los suyos y satisfacer su amor de la infancia: la lucha libre.

El único conflicto ha sido dar tiempo de calidad a sus dos pasiones sin inclinarse más por una que por otra.

Como Eduardo Encina, se independizó para emprender su negocio de limpieza e instalación de cantera; como Piloto 2000, se convirtió en el primer doble campeón de la Arena Pavillón del Norte. La misma afición lo reconoció como una figura consolidada en el pancracio de casa.

“Siempre trato de superarme”, empezó su relato sentado al filo del ring en la APN después de las siete de la tarde, cuando acabó su jornada en una colonia privada de Saltillo. “He tenido la ambición de superarme en ámbitos personales, a nivel deportivo y económico. Y se me ha dado”.

Esa filosofía es la que busca inculcar a sus hijos tomando de ejemplo su propia historia.
Pero necesita de combustible y lo toma recargando su energía cada semana luego de darse de trompadas y vuelos sin red de protección. En el cuerpo a cuerpo, sea por aire o tierra, no se limita para dar batalla.

“Cuando andas luchando nunca mides el riesgo. Tú te ciegas, haces el todo por el todo, no te importa la vida. Eso te llena el corazón y un aplauso que se oiga, se oye bien bonito dentro”, comentó mientras su hijo pequeño se entretuvo emulando las proezas de su padre en el ring.

Eduardo Encina levantó con sus propias manos una sólida trayectoria de luchador con 23 años como profesional en las arenas saltillenses. Piloto se convirtió en uno de los favoritos, es de los pocos que enciende las pasiones de la afición en el Coso de la Bellavista o la Obreros del Progreso.
Probado en el más alto rendimiento, lidió con estrellas de Triple A, independientes y el CMLL, como Atlantis, Hijo del Santo, Emilio Charles, La Fiera, Scorpion Jr., Octagón, Cibernético y la triada de La Parca, Súper Parca y LA Park.

A PICAR PIEDRA
En la construcción empezó de ayudante, luego fue ascendiendo hasta impulsar su propio negocio. “En la cantera tengo 18 años trabajando y en antaño trabajé como obrero, albañil, y me siento muy orgulloso”, reiteró.

En el pancracio, como la mayoría de los atletas del deporte local, comenzó a entrenar en la Arena Obreros del Progreso a los 16 años al lado de Pandillero, la Saeta y Mulato de Oro. Una vez su mamá lo llevó cuando era niño a la arena Tokio, ubicada en la Guayulera, y ahí le nació el interés por conocer a fondo el deporte de los azotones y catorrazos.

Sin el respaldo de un padre dentro del gremio o el espaldarazo de un promotor, Piloto empezó desde abajo en uno y otro oficio. “Yo también soy una persona humilde, de barrio y quiero que ellos (sus niños) se unan al deporte. Nada es difícil para sobresalir. Son necesarias las ganas y el hambre de ser alguien”, manifestó.

Sabe que la disciplina del encordado forjó su carácter, pese a que nadie lo conocía por no tener sangre de luchador ni formar parte de una dinastía.

Un 26 de marzo de 1988 hizo su debut como el joven aviador enmascarado, cuya tapa perdió ante Príncipe Azul en 1997. “Siempre he sido Piloto”, afirmó. “Yo nunca busqué el nombre. Él llegó a mí. Piloto 2000 se me impuso solo”. Un amigo le cedió la identidad y equipo que tenía preparado. Más tarde, Red Flamer lo peló en la primera de sus cuatro apuestas de cabellera.

AMOR COMPARTIDO
Casado hace 24 años, el padre de familia se ha visto dividido entre el cariño de quienes lo quieren y el remolino de emociones sobre el enlonado. “Quería saber lo que se sentía (la lucha). Es otra vida, es otro amor que te llena igual que una familia”, aclaró.

En esa “pasión rigurosa que aún se le llama oficio”, según la definió Carlos Monsiváis, Piloto 2000 tocó la gloria al ganar dos campeonatos estatales (el welter y de parejas). El primero lo ganó en un triangular ante Latino y Espartaco; el segundo, junto a su aliado Dragón Oriental, frente a Argoz y Águila Oriental.

Con éxitos y derrotas por igual, Piloto reconoció la paciencia y apoyo de su gente. “Mi esposa e hijos me han aguantado bastante… Los descuidé porque era mucho el amor a la lucha libre”, mencionó. “(Pero) se llega el momento en que tu familia te reclama. Es donde te centras”.

De hecho, ambas partes llegaron a un pacto: “Cuando estoy en la casa no se habla de lucha libre y en la arena ahí soy Piloto 2000…”.

Especialista en los saltos al vacío y el juego de cuerdas, las pinzas al cuello, la quebradora y una variante de “La Atlántida” siempre lucen en su colección de castigos. Son artífices de sus triunfos.
“Todo es a base de trabajo y pegarle duro al gimnasio, entrenar, estar constante en esto porque te gusta de corazón”, señaló.

Pero aunque sus dos tesoros en la vida están distantes, Piloto sueña con ver realizado su logro más grande, que su vástago encarne a Piloto 2000 Jr. “Le voy a dejar mi nombre…”, indicó. “Quiero hacer un cimiento para la llegada de mi hijo y dejarle 2 ó 3 escalones más arriba de lo que yo empecé sin nada. Le voy a hacer una escalerita que nunca tuve yo…”.

La única petición para sus hijos es “que estudien, que sean nobles, tampoco les quito ser las personas que son, sus gustos; cada persona es distinta, pero les trato de inculcar el deporte y no pelear en la calle”.
























NUEVO RUMBO
PARA PILOTO
En su negocio de cantera, comentó que varios arquitectos le están abriendo las puertas: “Me han dado la oportunidad de trabajar con ellos; ahí vamos despacito y espero crecer en mi trabajo”.

Por otro lado, en la lucha junto con él hay otro doble campeón de Saltillo, Espartaco, monarca estatal de tríos y Mundial de las Américas. La meta del esteta de azul y plata es retarlo por alguno de sus cintos en alianza con los Zorros Plateados o individualmente por el flamante título arrebatado a Negro Navarro.

“Ahora hay de dónde escoger… pero yo voy por todas las canicas”, externó confiado. Aunque haya mucha gente en medio, no descartó enfrentarlo pronto. “(Los demás) tienen que hacer mucha cola, porque soy doble campeón; qué más méritos para exigirle una oportunidad”, enfatizó.

Con 3 años más en activo, Eduardo no descartó colgar las mallas y sus botas. “Me gustaría quedar en un buen nivel y que me recuerden bonito, como mi familia. No verme paralítico ni fracturado”, reflexionó. “Uno debe saber cuándo retirarse. Esperamos aguantar cuando yo diga hasta aquí y no esperar a las lesiones”.

NUMERALIA
4 veces ha sido rapado. Sus verdugos fueron Espartaco, Espanto, Green Demon.

1988 debutó Piloto 2000 en los encordados de Saltillo para comenzar una carrera llena de éxitos.
18 años tiene Eduardo Encina dentro de la instalación y limpieza de cantera.

23 años ha forjado una carrera de luchador profesional el campeón welter y de parejas del estado de Coahuila.

EL DATO
Príncipe Azul le quitó la máscara en 1997 en Obreros del Progreso porque su second aventó la toalla (Caballo de Fuego, resentido porque le quitó la máscara y lo ha rapado muchas veces).

Sostuvo con Latino una lucha por el Campeonato Mundial de Parejas hace 7 años en la Arena Obreros del Progreso contra Último Guerrero y Rey Bucanero. “Lo perdimos pero disputarlo fue mucho, es algo que te llena bastante”.

Luchar contra El Satánico fue la única vez que tuvo miedo y tembló tan sólo de saber que lo enfrentaría.

Tiene las máscaras y cabelleras de Caballo de Fuego, Príncipe Azul, Sombra Lagunera, entre otros.

FAMILIARES
Esposa: María del Carmen García Nuncio
Hija mayor: Nancy Janeth Encina García
Hija del medio: Valeria Encina García
El más peque: Eduardo Encina García - 11 años de edad

junio 02, 2011

Tiburón Jr. devora Saltillo a topes y serenatas

Miguel García
Zócalo Saltillo
Foto: Gerardo Ávila

“Tiburón, a la vista”, previene la canción que podría anunciar la entrada del gladiador saltillense a la arena. Pero él prefiere oír rock durante su ascenso al ring, aunque también podría escuchar música vernácula. Mariachi y luchador por herencia, Tiburón Jr. provoca por igual romances y moretones.

El perfil del joven guerrero es técnico. El escualo detesta derramar sangre; mejor usa su talento para atrapar a la afición. Sabe que es bueno y no sólo para las tostadas de ceviche.

El Júnior desafió a la naturaleza, cambió su hábitat y desde el cuadrilátero retó la gravedad para atacar a sus rivales con las fauces abiertas. Dando saltos al vacío y serenatas, Tiburón Jr. quiere comerse a Saltillo.

DE ‘CHARALITO’
A TIBURÓN JR.
José Eulalio creció entre dos mundos, únicos para el folclor mexicano; pero ambos fueron vinculados por su padre Max, fundador del mariachi San Juan en Saltillo y primer Tiburón de la familia González Luna.
Desvelado por todo el trabajo del 10 de mayo, con jornada de 24 horas a cuestas, nos narra su historia.

Aunque lo mariachi le viene desde su abuelo, José creció como “El Charalito” desde los 6 años al lado de su papá en la Arena Obreros del Progreso, como la mascota del Escualo mayor, el cual luchó incluso ante la leyenda local, Zorro Plateado, “y con todas las antigüedades”, agregó.
“(El Charalito) era un pescado, no era traje de luchador sino una botarga. Duré 4 años así. Seguí estudiando y no me dio tiempo (para continuar)”, recordó.

Aprendió a tocar instrumentos a los cinco años, sus favoritos son la trompeta y el violín; volvió al ring a los 14 y tiempo después, a los 16, se unió al grupo San Juan para amenizar fiestas. Hoy sigue ahí donde “cada fin de semana es de bodas y 15 años; entre semana es puro enamorado”.
“Empecé a estudiar instrumentos con la vihuela, similar a la guitarra, después me pasé al violín y ahora estoy estudiando trompeta”, añadió.

Además de estos oficios, su progenitor cultivó también el de la costura. El “Depredador marino” practica cada uno de ellos y agregó su marca al legado: es diseñador de máscaras.

—¿Te dedicaste a seguir los pasos de tu padre?Él no me dijo tú vas a hacer esto. (Pero) gracias a mi padre es lo que soy. Él fue mi maestro de mariachi y lucha.

—¿Qué mundo te gusta más?No podría vivir sin el mariachi y no podría dejar la lucha. (El primero) se convirtió en un recurso, a lo que me dedico y con lo que me gano la vida… porque es lo que me da para mis gastos; de ahí saco material de telas, papel, tintas (para sus máscaras). Me dedico también a hacer invitaciones y los trajes de luchas.

NO MUERDE
EL ANZUELO
Su problema ha sido elegir un camino para entregarse de lleno. Sin embargo, le gusta dividir su tiempo en tantas actividades porque identifica en todas ellas un estímulo similar, su combustible para andar.

—¿Qué miras en tu futuro como luchador?Es lo que todos me preguntan si tengo la facilidad de llegarle al público. Cuando me dicen por qué no le tiro a lo grande, les digo que no podría dejar la vida que tengo, rodeada de mariachi, mi familia y todo. Me gusta lo que hago y hasta ahí.

Si me voy a hacer estrella, quiero ser estrella nada más de Saltillo. No me quiero sentir tan importante. Sería muy bonito, me encantaría. Daría lo que fuera por ser un ídolo.
Un ejemplo del esfuerzo necesario es el hecho por Relámpago que viajó a México para ser un protagonista en la empresa Triple A. Pero a sus 21 años, el Escualo menor está conforme con su progreso.

—¿Por qué técnico y no rudo?Me gustan más los aplausos y halagos que las recordadas de madre. Me gusta que digan 'mira sus vuelos, su equipo', no que se fijen en cómo dejé al otro, ensangrentado.















UN MISMO MOTOR:
CARIÑO DE LA GENTE
Su interés es incitar la felicidad en la gente. “En el mariachi, cuando vas y tocas para unos novios enojados; tocas y se contentan. Entonces a través de mí estoy haciendo felices a las personas y, arriba de un ring si le aplicas una llave o un vuelo, emocionas al público", comentó.

Para Tiburón Jr. la descarga de adrenalina se repite, aunque sean tan diferentes, con el mariachi y el ring: “La emoción que siento en la lucha y al subirme a un escenario a cantar, ver que la gente te aplaude y corea la canción, se convierten en un solo sentimiento”.
“Yo lucho para la gente”, enfatizó. “Me decía el Destructor: ‘oye, ¿por qué te traes a toda tu familia?’ Le digo: ‘No, ni mi familia me viene a ver’. Si te entregas a la gente, ella te responde”.

SOBRECARGA LE
TUMBA COLMILLOS
Como si luchar y ser mariachi no fuera suficiente, José trabaja en su taller de costura, en otro grupo musical llamado “Puro Tequila” y aprende serigrafía. “No me siento inútil, sino activo, lleno de vida”, comentó.

—¿No te sientes atosigado por tanta cosa?El diseño de máscaras lo hago llegando del mariachi como a las tres de la mañana, me vengo acostando a las seis. Si no me puedo dormir, veo una tela que tengo y empiezo a cortar y a coser. Se me olvida el tiempo y me quedo dormido de plano en la máquina. Es lo único que he aprendido solo. A base de echar a perder muchos trajes míos, aprendí a hacerlos.

Sin embargo, durante un año Tiburón colgó los colmillos y agallas por semejante carga. “Ya no quería nada porque no me daba abasto, no podía estar en todos lados, me desesperaba. Pero después de tanto tiempo veía la lucha en la tele y sentía la emoción…”, confesó.
“Entonces me dije: ‘Si es lo que me gusta, moriría por estar ahí. Si tengo la oportunidad y lo manejo, qué hago aquí viendo la tele. Mejor vámonos a echar trancazos’”.

—¿Cómo surgió tu afición por diseñar máscaras?También por mi papá. Él se dedica a hacer uniformes para escuelas y trabajos para empresas. Tenía una camisa rota y le decía que me la cosiera y de tanto pedirle, me dijo: “Ven, te voy a enseñar”. De tanto comprar equipos y tanto me enseñó mi papá, que intenté hacer equipos de lucha. Empecé conmigo.

Aseguró que su mejor diseño de tapa ha sido la del Astro Negro y que “a casi todo Saltillo le he hecho una máscara”. Según dijo, “la que más me piden es la de Rey Mysterio. Llegan pidiendo invitaciones a mi casa, ven los diseños y piden el traje, invitaciones, lonas, el paquete completo".

DUALIDAD PROBLEMA
Ser Tiburón Jr. y mariachi no es cosa sencilla. Por ello, cuando los dos oficios se mezclan han llevado a José Eulalio a no guardar la tradición, su identidad, pues acepta que es difícil hacerlo por diferentes circunstancias.

“Una vez me iba a ver luchar todo el grupo (de mariachis)”, contó. “Casi nunca van, yo estaba en el ring y los mariachis me echaban porras. Pero en lugar de gritar Tiburón, decían mi nombre: ¡José, José!”

Debido a las prisas, poco le falta para llevar el moño rojo del mariachi cuando sube al ring. “Voy a la lucha y me cambio de mariachi en el vestidor. Me pongo las botas, el moño, agarro mi instrumento y me voy hecho la cochinilla. Casi siempre es así”, relató.

Una ocasión su conocimiento de costura le salvó de un serio problema. “El 10 de mayo pasado tuve un evento de lucha”, empezó. “En un mortal se quitó el rival y caí arriba del brazo derecho, se me quebró y dije: ¿cómo le hago si es día de mariachi? Corté todo el chaquetín y le puse una manga más grande donde cupiera el yeso. Estaba tocando trompeta y fui a todos los eventos así”.

A su vez, pese a que su máscara del Escualo volador cubre todo su rostro, cuenta que clientes del mariachi San Juan lo han descubierto. “Según yo muy oculto y en la lucha me gritan 'ahí va el mariachi'”.

DEPREDADOR
EN MAR Y AIRE
“Cuidado sirenas, ya ha llegado y está desenfrenado/ Ya llego el tiburón…”, dice la canción del grupo Maná, es su tema de entrada. Tiburón Jr. se la dedica a todos los rudos.

Aprendió a soplar para recurrir al viento y sonar su trompeta en las serenatas. Pero como Tiburón se volvió amo y señor del aire; en cada lance suicida supo gravitar “en cámara lenta” para derribar rufianes y mantener al público al filo de la butaca. Por igual provoca romances y moretones.

José Eulalio sueña algún día ser recordado en Saltillo como un as del aire, un buen mariachi y un mejor Tiburón. “Todos me llaman el pez tiburón, el rey de los mares salados”, se motiva cuando camina rumbo al ring al escuchar su tema de entrada, “El Rey Tiburón”.