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octubre 11, 2012

DE LA TELA AL RING, EL MARIACHI SALTILLENSE GENERA ILUSIONES Y SONRISAS COMO PERRO GÜARUMO, TIBURÓN Y UN LARGO ETC.


Textos y fotografías: Miguel García-Cortesía

No es un bufón ni el chacal de la trompeta. Pero su sentido del humor ha hecho de Max González un luchador versátil, diferente en Saltillo, por darles aliento y gracia a los ídolos del público infantil, con mucho éxito arriba del cuadrilátero entre pequeños y grandes.

Su esposa dice que en el hogar de músicos, costureros y luchadores, nunca faltan las carcajadas y esa idea de optimismo, picardía y desahogo transporta al ring el padre de Tiburón Jr. para realizar una lucha con más comedia.

En el marco de las elecciones presidenciales de México este año, se recuerda su entrada como el Perro Güarumo, vestido de candidato y en compañía del séquito de botargas inspiradas en las caricaturas. “Si no completas pa’ las cheves, que te las paguen”, era su lema de campaña.

En consideración a los riesgos que ahora corren los nuevos gladiadores, hambrientos de fama como él cuando comenzó su trayectoria hace 25 años, él sabe que no está para esos trotes y el gladiador conocido como Bello Max en su debut prefiere arrancar una sonrisa antes de exponer el físico por una mueca de asombro.

El primer Tiburón.
Esa época terminó para él y se la deja a su vástago, Tiburón Jr., quien se abre camino a través de las fauces abiertas en cada salto al vacío y con un rediseño más moderno del equipo.

“Siempre me ha gustado la lucha y hacer un poco más de relajo”, enfatizó respecto a su estilo. “Últimamente lo que se hace en la lucha es muy arriesgado. (Yo) hago una lucha menos dramática, la gente se desestresa porque dentro metemos algunos sketches”.


Tarzán en tope.
Sabe que su forma de hacer circo, maroma y teatro no es del gusto de todos, pero afirmó: “Para ser luchador, hay que ser libre también (en modos y por empresas), porque en mi tiempo era una madrina segura si luchabas con gente de otra arena”, afirmó.

Tarzán, Perro Güarumo, Adán, La Vaca Chenta, Bob Esponja y Patricio son algunas de sus creaciones. De su primera fuente de ingresos como fundador del Mariachi San Juan, Max dispone de algunas horas para decidir entre materiales, trazos y colores, además de ocupar el tiempo de costura en su taller o en la máquina de coser situada en la cocina.

Vestido de mariachi, asistió para dar un reconocimiento.
Cuando termina el nuevo atuendo, lo siguiente es encarnar con justicia al personaje sacado de la televisión. Gracias a sus dotes de imitador, pues su parodia favorita es la de “Chente” Fernández, la tarea es muy sencilla para él.





Cuando ganó la máscara de Diablo Negro, era Tarzán.
Dentro de su historia deportiva, dos hechos son importantes recordarlos. Ante Dragón Oriental (Antonio Hernández), perdió la máscara de Tiburón en la Arena Obreros hace 15 años y luchó desenmascarado después. Más tarde, como Tarzán, ganó la capucha del Diablo Negro en el Salón Ferrocarrilero. También obtuvo el Campeonato de Peso Completo de Saltillo, ante Manuel Estrada, quien era Pájaro Azteca II.

Como Dios nos trajo al mundo: Adán.
En 1988 las Saetas Amarillas I y II eran los más avanzados entre los novatos de la Obreros del Progreso y con ellos se acopló la futura Vaca Chenta. Como iban a hacer su debut en 3 meses, lo invitaron a acompañarlos en la primera lucha, aunque ellos ya tenían su traje y él no.

Sin embargo, este imprevisto no fue impedimento, pero cuando tomó la decisión Max acabaría por encarnar durante dos años a un luchador exótico aunque no había sido preparado para ello.

“Hay un calzón rosa en la Obreros para quienes van a luchar y no tienen equipo de lucha. Por ello, la única manera es de salir como exótico porque andas en puros calzones”, recordó su inicio. “Sabía que el compromiso estaba hecho porque la cartelera se mandaba a las imprentas con un mes de anticipación”.

CREATIVIDAD DESBORDADA
Después, tuvo la oportunidad de entrar al área de la confección de equipos para luchadores, ensayando con los de su propiedad. “Mi mamá tenía una maquinita (de coser) con la que hacía arreglos, levantaba bastilla. Mis primeros trabajos los hacía para mí, pero salían puras tragedias, porque no me quedaban o se rompían”, dijo entre risas.

“Cada mes llegaba con un disfraz diferente. Me encargaban uno de las tortugas ninjas o guerreros del espacio”, indicó. “Había un personaje que llamara la atención a los niños y (yo) subía al ring para estrenarlo, la mayoría era de caricaturas. La gente ya me esperaba en la siguiente función”.

¿Nace una dinastía de escualos?
Además, su familia empezó a incursionar en el pancracio saltillense. Cuando trepaba descalzo a los postes como Tarzán o cazaba a sus presas como El Tiburón, sus hijos hacían de mascotas o ballet para sus personajes, sea de “Changuitos” o “Charalitos”. En esos momentos, su satisfacción era muy grande; mucho más ahora, que uno ya es luchador profesional y el otro va camino a serlo.

Feliz porque la afición de Saltillo conserva el carácter noble en comparación con el público de otras ciudades, Max González todavía puede hacer reír a las familias, incluso a sus compañeros en el ensogado, quienes son sus principales cómplices. “Algunos no se agüantan la risa cuando luchan conmigo. Y aunque seas rudo, la gente te apoya bastante”, comentó.

Una de las múltiples peregrinaciones.
Su mayor alegría es que hasta hoy, arriba del cuadrilátero, lo siga su familia y algunos diez niños que entrenaba en el Gimnasio Coahuila, con los cuales abren las funciones en las arenas a través de luchas de exhibición buscando preservar el deporte del costalazo y la unión del gremio luchístico.

TABLA
Nombre de batalla: Tiburón
Otras identidades: Bello Max, Tarzán, Adán, Perro Güarumo, La Vaca Chenta.
Debut: 1988 en la Arena Obreros del Progreso
Maestros: Green Demon, Costeñito Moy, Rocky Macías.
Máscaras: Diablo Negro.

junio 02, 2011

Tiburón Jr. devora Saltillo a topes y serenatas

Miguel García
Zócalo Saltillo
Foto: Gerardo Ávila

“Tiburón, a la vista”, previene la canción que podría anunciar la entrada del gladiador saltillense a la arena. Pero él prefiere oír rock durante su ascenso al ring, aunque también podría escuchar música vernácula. Mariachi y luchador por herencia, Tiburón Jr. provoca por igual romances y moretones.

El perfil del joven guerrero es técnico. El escualo detesta derramar sangre; mejor usa su talento para atrapar a la afición. Sabe que es bueno y no sólo para las tostadas de ceviche.

El Júnior desafió a la naturaleza, cambió su hábitat y desde el cuadrilátero retó la gravedad para atacar a sus rivales con las fauces abiertas. Dando saltos al vacío y serenatas, Tiburón Jr. quiere comerse a Saltillo.

DE ‘CHARALITO’
A TIBURÓN JR.
José Eulalio creció entre dos mundos, únicos para el folclor mexicano; pero ambos fueron vinculados por su padre Max, fundador del mariachi San Juan en Saltillo y primer Tiburón de la familia González Luna.
Desvelado por todo el trabajo del 10 de mayo, con jornada de 24 horas a cuestas, nos narra su historia.

Aunque lo mariachi le viene desde su abuelo, José creció como “El Charalito” desde los 6 años al lado de su papá en la Arena Obreros del Progreso, como la mascota del Escualo mayor, el cual luchó incluso ante la leyenda local, Zorro Plateado, “y con todas las antigüedades”, agregó.
“(El Charalito) era un pescado, no era traje de luchador sino una botarga. Duré 4 años así. Seguí estudiando y no me dio tiempo (para continuar)”, recordó.

Aprendió a tocar instrumentos a los cinco años, sus favoritos son la trompeta y el violín; volvió al ring a los 14 y tiempo después, a los 16, se unió al grupo San Juan para amenizar fiestas. Hoy sigue ahí donde “cada fin de semana es de bodas y 15 años; entre semana es puro enamorado”.
“Empecé a estudiar instrumentos con la vihuela, similar a la guitarra, después me pasé al violín y ahora estoy estudiando trompeta”, añadió.

Además de estos oficios, su progenitor cultivó también el de la costura. El “Depredador marino” practica cada uno de ellos y agregó su marca al legado: es diseñador de máscaras.

—¿Te dedicaste a seguir los pasos de tu padre?Él no me dijo tú vas a hacer esto. (Pero) gracias a mi padre es lo que soy. Él fue mi maestro de mariachi y lucha.

—¿Qué mundo te gusta más?No podría vivir sin el mariachi y no podría dejar la lucha. (El primero) se convirtió en un recurso, a lo que me dedico y con lo que me gano la vida… porque es lo que me da para mis gastos; de ahí saco material de telas, papel, tintas (para sus máscaras). Me dedico también a hacer invitaciones y los trajes de luchas.

NO MUERDE
EL ANZUELO
Su problema ha sido elegir un camino para entregarse de lleno. Sin embargo, le gusta dividir su tiempo en tantas actividades porque identifica en todas ellas un estímulo similar, su combustible para andar.

—¿Qué miras en tu futuro como luchador?Es lo que todos me preguntan si tengo la facilidad de llegarle al público. Cuando me dicen por qué no le tiro a lo grande, les digo que no podría dejar la vida que tengo, rodeada de mariachi, mi familia y todo. Me gusta lo que hago y hasta ahí.

Si me voy a hacer estrella, quiero ser estrella nada más de Saltillo. No me quiero sentir tan importante. Sería muy bonito, me encantaría. Daría lo que fuera por ser un ídolo.
Un ejemplo del esfuerzo necesario es el hecho por Relámpago que viajó a México para ser un protagonista en la empresa Triple A. Pero a sus 21 años, el Escualo menor está conforme con su progreso.

—¿Por qué técnico y no rudo?Me gustan más los aplausos y halagos que las recordadas de madre. Me gusta que digan 'mira sus vuelos, su equipo', no que se fijen en cómo dejé al otro, ensangrentado.















UN MISMO MOTOR:
CARIÑO DE LA GENTE
Su interés es incitar la felicidad en la gente. “En el mariachi, cuando vas y tocas para unos novios enojados; tocas y se contentan. Entonces a través de mí estoy haciendo felices a las personas y, arriba de un ring si le aplicas una llave o un vuelo, emocionas al público", comentó.

Para Tiburón Jr. la descarga de adrenalina se repite, aunque sean tan diferentes, con el mariachi y el ring: “La emoción que siento en la lucha y al subirme a un escenario a cantar, ver que la gente te aplaude y corea la canción, se convierten en un solo sentimiento”.
“Yo lucho para la gente”, enfatizó. “Me decía el Destructor: ‘oye, ¿por qué te traes a toda tu familia?’ Le digo: ‘No, ni mi familia me viene a ver’. Si te entregas a la gente, ella te responde”.

SOBRECARGA LE
TUMBA COLMILLOS
Como si luchar y ser mariachi no fuera suficiente, José trabaja en su taller de costura, en otro grupo musical llamado “Puro Tequila” y aprende serigrafía. “No me siento inútil, sino activo, lleno de vida”, comentó.

—¿No te sientes atosigado por tanta cosa?El diseño de máscaras lo hago llegando del mariachi como a las tres de la mañana, me vengo acostando a las seis. Si no me puedo dormir, veo una tela que tengo y empiezo a cortar y a coser. Se me olvida el tiempo y me quedo dormido de plano en la máquina. Es lo único que he aprendido solo. A base de echar a perder muchos trajes míos, aprendí a hacerlos.

Sin embargo, durante un año Tiburón colgó los colmillos y agallas por semejante carga. “Ya no quería nada porque no me daba abasto, no podía estar en todos lados, me desesperaba. Pero después de tanto tiempo veía la lucha en la tele y sentía la emoción…”, confesó.
“Entonces me dije: ‘Si es lo que me gusta, moriría por estar ahí. Si tengo la oportunidad y lo manejo, qué hago aquí viendo la tele. Mejor vámonos a echar trancazos’”.

—¿Cómo surgió tu afición por diseñar máscaras?También por mi papá. Él se dedica a hacer uniformes para escuelas y trabajos para empresas. Tenía una camisa rota y le decía que me la cosiera y de tanto pedirle, me dijo: “Ven, te voy a enseñar”. De tanto comprar equipos y tanto me enseñó mi papá, que intenté hacer equipos de lucha. Empecé conmigo.

Aseguró que su mejor diseño de tapa ha sido la del Astro Negro y que “a casi todo Saltillo le he hecho una máscara”. Según dijo, “la que más me piden es la de Rey Mysterio. Llegan pidiendo invitaciones a mi casa, ven los diseños y piden el traje, invitaciones, lonas, el paquete completo".

DUALIDAD PROBLEMA
Ser Tiburón Jr. y mariachi no es cosa sencilla. Por ello, cuando los dos oficios se mezclan han llevado a José Eulalio a no guardar la tradición, su identidad, pues acepta que es difícil hacerlo por diferentes circunstancias.

“Una vez me iba a ver luchar todo el grupo (de mariachis)”, contó. “Casi nunca van, yo estaba en el ring y los mariachis me echaban porras. Pero en lugar de gritar Tiburón, decían mi nombre: ¡José, José!”

Debido a las prisas, poco le falta para llevar el moño rojo del mariachi cuando sube al ring. “Voy a la lucha y me cambio de mariachi en el vestidor. Me pongo las botas, el moño, agarro mi instrumento y me voy hecho la cochinilla. Casi siempre es así”, relató.

Una ocasión su conocimiento de costura le salvó de un serio problema. “El 10 de mayo pasado tuve un evento de lucha”, empezó. “En un mortal se quitó el rival y caí arriba del brazo derecho, se me quebró y dije: ¿cómo le hago si es día de mariachi? Corté todo el chaquetín y le puse una manga más grande donde cupiera el yeso. Estaba tocando trompeta y fui a todos los eventos así”.

A su vez, pese a que su máscara del Escualo volador cubre todo su rostro, cuenta que clientes del mariachi San Juan lo han descubierto. “Según yo muy oculto y en la lucha me gritan 'ahí va el mariachi'”.

DEPREDADOR
EN MAR Y AIRE
“Cuidado sirenas, ya ha llegado y está desenfrenado/ Ya llego el tiburón…”, dice la canción del grupo Maná, es su tema de entrada. Tiburón Jr. se la dedica a todos los rudos.

Aprendió a soplar para recurrir al viento y sonar su trompeta en las serenatas. Pero como Tiburón se volvió amo y señor del aire; en cada lance suicida supo gravitar “en cámara lenta” para derribar rufianes y mantener al público al filo de la butaca. Por igual provoca romances y moretones.

José Eulalio sueña algún día ser recordado en Saltillo como un as del aire, un buen mariachi y un mejor Tiburón. “Todos me llaman el pez tiburón, el rey de los mares salados”, se motiva cuando camina rumbo al ring al escuchar su tema de entrada, “El Rey Tiburón”.