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enero 20, 2012

DEL RING AL PÚLPITO. El Judicial: 'Perdí la máscara con Cristo'.


Miguel García
Zócalo Saltillo

Calibre 57 / Pelotas
Foto: Armando Aguirre-Cortesía

“La máscara yo la perdí con Cristo. Pero hoy lucho una lucha mejor”, así comienza su historia Mariano Manzanares, ex luchador y ministro del Centro Evangelístico “La Esperanza”.

El famoso rudo de antaño, El Judicial, abandonó hace 14 años sus ruindades en el cuadrilátero porque no soportó más una vida inclinada al escarnio y vicios como drogas, alcoholismo y adulterio.

No se arrepiente de su decisión, tampoco culpa al deporte de sus excesos, sino al ambiente y los reflectores. La lucha era un vicio, fue su pasión, pero por el cual dejó a su esposa e hijos. “El precio de la fama y popularidad es renunciar a todo, trabajo y familia”, precisó.

Hoy aconseja a los buenos gladiadores de Saltillo en pensar dos veces su partida a la Ciudad de México, porque se aventuran tras el estrellato en las arenas a costa de mucho.

“La lucha libre es el mejor deporte, lo puedo considerar como el más completo”, señaló. “Cultivas tu físico, tienes agilidad en tus músculos, practicas la lucha olímpica, grecorromana e incluso el pleito callejero con muchos riesgos y lesiones”.

“Pero desgraciadamente hay algo que envuelve a la lucha, los vicios”, añadió, además de resaltar que el propio deporte es muy mal valorado por los promotores. “Y la lucha se te mete a los huesos”.

“Dejé a mi familia por tener fama, donde toda gente te quiere saludar y brindarte cosas”, comentó. “Empiezan a venir alcohol gratis, mujeres gratis. Eran los resultados de ser popular. Una porción en la Biblia dice: ‘Es imposible que camines en el lodo sin ensuciarte’ o ‘que pises sobre el fuego sin quemarte los pies’. No fuimos exentos”.

El rudo Judicial sabía aplicar el
recurso técnico como La Campana.
‘CARNE DE CAÑÓN’
Egresado de la Escuela de Artes Plásticas de la UAdeC como profesor de dibujo y pintura, tenía su casa frente a la recién creada Arena Pavillón del Norte, donde conoció al promotor Juan Hernández, a quien le ayudó a tomar fotos y hacer publicidad.

Más tarde conoció a los luchadores y a quien sería su primer maestro, Pantera Negra I. A sus 27 años, inició su entrenamiento para tener condición y hacer cuerpo. Durante año y medio estuvo tras bambalinas, esperando su debut y en 1986 saltó al encordado en el Salón Ferrocarrilero.

“A consecuencia de una película llamada El Judicial ‘Carne de cañón’, me llamé El Judicial”, dijo. “Dibujé un personaje muy musculoso y hasta mi profe se rió. Pero dije que un día iba a estar así y me metí al gimnasio entrenando cinco horas diarias de lucha libre”.

VINO EL ÉXITO;
EL VICIO IGUAL
De cabello largo, arete, pantalones bombachos y camisas que decían AAA, El Judicial vivía su mejor etapa de gladiador, durante sus 11 años de lona recorrida. Incluso se entretenía oyendo el eco de sus proezas sobre el ring en charlas con taxistas. Planeó irse al DF, pero un accidente de su compadre, Black Heart, lo impidió aunque no dejó de hacer giras por el norte del país.

Sin embargo, por sus adicciones comenzaron los problemas. “Puedes abstenerte un tiempo de las drogas y el alcohol, pero me involucré y tomaba consecutivamente, con mi hogar a punto de divorcio. Salía a luchar a diferentes lugares, pero con mi hogar destruido”.

“La máscara te hace aparentar. Aparentas una felicidad que no tienes y dices lo que no sientes”, confesó. Era altivo y vanidoso. Tenía más de 10 equipos diferentes, era considerado el luchador más elegante de Saltillo y al final de su carrera valuó en 1 millón de pesos su colección. “Me sentía bordado a mano”, aclaró. Sentía que no necesitaba de nadie, entró en conflicto con promotores de Saltillo y fue vetado.

Hasta 500 pesos pagó para entrenar en el Gimnasio Taurus de Monterrey, Nuevo León. Incluso llegó a luchar gratis en la Sultana del Norte. Visitó las arenas de la periferia, pero no pudo luchar en la Arena Coliseo, aunque fue recomendado por Volador, Misterioso y El Perro Aguayo. Le recriminaron que empezara al revés y no iniciara en la Coliseo.

Cuando cambió su identidad a Ministerial,
disputó duros combates con su hermano, Mr. Gallo.
EL GLADIADOR
RETÓ A DIOS
“A mi hija a los 13 años le hablan de Jesucristo, que había una respuesta y solución a nuestros problemas”, relató el también enmascarado como Ministerial, Tortuguillo y Guerrero Espacial. “Mi hija creía que el hombre puede cambiar. No a través de las filosofías ni de la religión o psicología, sino  por conocer a Dios”, manifestó. Su esposa e hija iban a una iglesia de Ramos Arizpe y oraron porque, por los problemas, su esposa estuvo al borde del suicidio.

“Mientras más iban a la iglesia, más dificultades teníamos porque íbamos por diferente lado”, resaltó. Cuando se le cerraron las puertas en las arenas y acabó robando borrachitos en las cantinas, supo que había denigrado su vida. Entonces retó a Dios, si existía, para cambiarlo.

En su casa le otorgaron el perdón, pero no trabajaba e hizo camisas y pantalones de gimnasio para venderlos. Un día lo visitaron los hermanos, se molestó y apenas lo había pensado, según relató, cayó al suelo. “Fue un dolor intenso en mi cadera, no me respondían mis piernas”, dijo.

“Anduve mes y medio con los pies en rastra y ahí fue cuando Dios empezó a tratar en mi vida”, agregó. Ahora, más que la fecha de su debut en el ensogado, recuerda mejor la de su conversión, el 3 de julio de 1997. “Sin que nadie me invitara a la iglesia, fui a ese lugar y ese día acepté a Jesucristo en mi corazón”, subrayó.

Como Mariano Manzanares, exhibe en su ministerio
la "tapa" del Judicial para dar testimonio. 
CAMBIÓ ‘TAPA’
POR ‘LA BIBLIA’
Aunque la tentación está frente a su casa, pues tiene su domicilio frente al Coso de la Bellavista, donde cada domingo se escuchan los costalazos y gritos de la afición, él no sucumbe, aunque todavía palpita en él ese sentimiento por encarar al rival como rufián.

“Desde que me convertí, la lucha libre no la veo ni en la televisión… Sinceramente, yo le tengo miedo. Cuando hay funciones, yo no estoy cerca (de la APN)”, dijo con alivio. “Le huyo a eso. Mi vicio no eran las drogas o el alcohol, sino la lucha, que lo dejé todo por ella”.

¿No extraña subir al ring?
Sí, he tenido sueños donde me veo luchando. Pero ahora ya no podría porque han pasado 14 años que lo dejé y que no piso un gimnasio. El físico que conservo es natural, nunca usé drogas para el ejercicio. Cuando usé algún aliciente, era cuando luchábamos.

“(La lucha) fue algo que amé mucho, lo tengo en mi corazón. Cuando te pones la máscara, el personaje se posesiona de ti, pero gracias a Dios que nos ha permitido controlar eso”, refirió. “Es un sentimiento interno que fluye acá dentro como cuando te emocionas por algo”.

“A mí Dios me dijo  que ningún hombre puede sentarse en silla de escarnecedores y en la lucha es lo que hacemos”, aclaró. “Nos gozamos con el dolor de los demás, quiero ver sangre, agresión y maledicencia”.

Hoy el pastor evangelista se dedica en cuerpo y alma en dar su testimonio para demostrar que Dios cambió su vida y a veces predica enmascarado desde el púlpito, cargando fotos y recuerdos como evidencia. Otro con una misión similar es el cura luchador, Fray Tormenta; en su caso, Espanto Jr. 

“El Espanto Jr. va a las arenas a dar testimonio de Cristo. Yo lo bendigo porque lo llamó Dios así, pero a mí me dijo: ‘Apártate’”. Y la máscara del Judicial, aunque sigue guardada en la maleta, aún cobra vida de vez en cuando, no para alimentar su ego, sino para rendir tributo a un Ser Superior y dar fe del milagro.

TABLA
¿QUIÉN ES?
Nombre de pila: Mariano Manzanares
Profesión: Dueño de imprenta, profesor de dibujo y pintura, y pastor evangelista.
Nombre de batalla: El Judicial
Otras identidades: El Ministerial, Tortuguillo Destructor y Guerrero Espacial.
Maestros: Pantera Negra I y Pájaro Azteca I.
Debut: 1986 en el Salón Ferrocarrilero.
Retiro: 3 de julio de 1997
Hermano: Mr. Gallo.
Sobrinos: Mr. Gallo Jr. y Judicial Jr.
Compañeros: Luchó 10 años con El Marshal.

EL DATO
Egresado de la UAdeC de la Escuela de Artes Plásticas, creó el diseño de la máscara del Jinete Misterioso, aunque nunca luchó con el personaje.

También sugirió diseños para la Saeta, Jesús Camacho, quien tiene mucho prestigio por crear máscaras en Monterrey.

Fue Guerrero Espacial en una sola lucha, en la Arena Obreros del Progreso, porque un aficionado lo reconoció pronto por sus ademanes en los movimientos.

marzo 01, 2011

Una pluma de mucho yardaje

“Ganar la noticia del día era como anotar un touchdown”, así resume don Agustín sus dos pasiones más intensas en la vida; mención aparte su manía por el cine y películas que nunca ve.

La pluma fue su aliada en las canchas, “dándole a la tecla” para el “Sol del Norte” durante 34 años. El balón de futbol americano rigió su vida en el Tec Saltillo sólo cuatro; pero ese tiempo bastó para hacer de él un líder exitoso, no sólo en el emparrillado.

Con olfato para la exclusiva y la zona del touchdown, Agustín García Ramos pasó de mandar la ofensiva de los Burros Pardos a dirigir el conjunto universitario por 53 años, imponiendo escuela. En su carrera de periodista, fue la “cabeza sin serlo” del “Sol del Norte”, pero nadie lo hizo oficial.

El periódico absorbió tanto su vida que, a su ahora esposa, Cristina Cárdenas, la conoció en un juego de beisbol entre el diario y la Academia de Coahuila, cuyo edificio estaba a un lado de su casa editora. “Si no lo veo ahí, ni lo conozco”, dice la madre de Cristina, Agustín, Luis y Sergio.
Pero cuando llegó un reportero, antes suyo, a ocupar la dirección del rotativo que tanto quería, abandonó la empresa: “Tuve un arranque norteño y redacté mi renuncia al nuevo director… A mi mujer le dije: ‘Acabo de renunciar, vámonos al cine’”.

“En el periódico trabajé de marzo del ‘56 hasta octubre del ’89. Nunca falté, fui constante pero arriba no lo vieron”, rememora junto a una de las paredes con reconocimientos en su casa.

UN ‘MARISCAL’ DE
LARGO AGUANTE
Un día estiró su brazo para arrojar, de guinda y blanco, su primer envío cortando yardas. Era una promesa. No dejaría su equipo ni institución desde 1954. El estudiante entrenó bajo órdenes del coach Martín García, fue receptor y, con Ricardo Peart al frente, fue mariscal y capitán del equipo.

Hubo una época en la historia del Tec Saltillo que engrosa su palmarés deportivo; su guía fue Agustín García. Durante 10 campañas los Burros pardos jugaron en la Conferencia Nacional de Ascenso de la Onefa; pero una estirpe de rocinos “vino tinto” fue imbatible del 90 al 93.

El equipo del ITS fue tricampeón consecutivo en intermedia regular e intermedia novatos. Se coronó en seis ocasiones de forma continua e invicta. Los equinos ganaron 38 juegos, no perdieron ninguno y empataron tres. Anotaron 921 puntos y aceptaron 183 en esa racha de oro.

HISTORIA DE GUINDA Y BLANCO
Su legado se extiende por cada rincón del campus, la mayoría lo conoce y en el aniversario 60 del Instituto Tecnológico de Saltillo, su historia en la institución cobra más vigor y vigencia.

—¿No se extrañan las viejas glorias de esta institución en el deporte de las tacleadas?

—Enfrentarse a equipos de universidad, tratar de vencerlos, es revivir una tradición que de repente se pierde. El futbol americano de Saltillo merece todos sus actores. No decimos que el Tec es indispensable; lo somos como es Sistemas, Ingeniería Civil y Enfermería, de reciente creación.

Pese a su amor por el juego y el ITS, ya piensa en el retiro. “Tengo la idea muy firme de que me debo ir; espero no hacerlo con los tenis por delante. Cuando vea una persona con las condiciones, experiencia, conocimiento y quiera al Tec, seré el primero en hacerme a un lado”. (Arriba) Con Luis Villanueva Páramo "Kid Azteca".

PERIODISTA POR SIEMPRE
“No había escuela, todo era empírico”, admite. “Empecé a ser reportero deportivo porque en el Tec fui editor del periódico La Burrita. Hoy sigo siendo periodista”. Sus amigos reporteaban, se imprimía un ejemplar amarillo con letra guinda y notas que él llama “de vacilón, otras serias”.

La Burrita no rebuznó más. Había sitio en la página deportiva del “Sol del Norte”. Agustín inició sin cobrar, pero a 20 días su papá, modesto chofer de rutas urbanas, amenazó con llevárselo.

Así, vía paterna, consiguió su primer sueldo de 24 pesos a la semana. “Yo era feliz escribiendo. A mí con que me dieran para mis cigarros, mis dulces y para ir al cine”, comenta.

MUCHO CAMINO RECORRIDO
Desde México confirmó que habría equipo para la LMB en Saltillo. Entrevistó al gran “Beto” Ávila, al maestro “Armillita” en el hotel Ramos Arizpe y al ex presidente Luis Echeverría. Supo, minutos antes que nadie, del trenazo de Puente Moreno. Y un día lo sacaron del cine para sustituir al anterior jefe de redacción. Todo lo hizo siendo head coach del Tec Saltillo.

—¿Fue difícil compaginar periodismo y futbol americano?

—Pude haber flaqueado, pero no lo hice. Mi padre me dijo: “Nunca le quites mérito a lo que hagas ni dejes de criticar lo que necesita ser criticado”.