agosto 27, 2011

Cuando un grande se va… Zorro Plateado, 'Émulo del Santo' e ídolo de Saltillo.

Miguel García

Zócalo Saltillo


Foto: Cortesía-Archivo


La misión del Zorro Plateado, abajo del ring, fue fomentar siempre la lucha libre, protegerla de sus propios excesos y distorsiones, también de fraudes e influencias del exterior. Como luchador, su trayectoria fue de 47 años tras su retiro en 1997. Pero nunca abandonó los cuadriláteros.


En su papel de Comisionado de Box y Lucha, a través de su nobleza, combatió las dobles identidades, el secuestro de títulos municipales y la desunión dentro del gremio. En el camino, hizo infinidad de amigos y fue orgullo de su gente encabezando carteles en Saltillo, Monterrey, Ciudad Juárez y Guadalajara.


Nostálgico por la edad de oro que vivió al lado de Mil Máscaras, Cavernario Galindo o Canek, sus charlas eran abundantes en anécdotas. Apasionado, una sonrisa breve concluía cada relato mientras sus dedos con artritis presumían fotos de su mejor época, en el domicilio de Castelar y Bravo, atrás de Catedral.


La historia más recurrente era la última apuesta de máscara contra El Viking, cuando terminaron tintos en sangre en la Arena Obreros del Progreso. Otra fue cuando ganó una cabellera y el perdedor escapó saltando las bardas de la arena y varias casas alrededor. Pero la propia afición lo regresó para cumplir.


“Ahora ya está muy descompuesta la lucha libre porque salen bailando muchos maricones, con equipos muy vistosos y bonitos, pero ya no es la lucha libre como era antes, entonces ahora hay que exigirles…”, señalaba reacio.


Pero, consciente de la evolución del deporte, don José Aguirre Quirino toleró algunas innovaciones, aunque no aceptó otras para el deporte que ejerció por casi medio siglo. “Hoy ya no se lucha. Hay puros voladores o les gusta pelear abajo del ring, entre la gente, pero es lo que el público quiere ver”, añadía.


No obstante, rehuía permitir actos como bajar calzones, romper lámparas e incluso decir maldiciones. “El público paga un precio para disfrutar el espectáculo y no para que lo estén insultando”, decía. Pero también no multaba a los elementos locales porque no percibían lo suficiente para pagar.



ÚLTIMO ADIÓS AL

‘ÉMULO DEL SANTO’


Aunque el Zorro Plateado inició su carrera como rufián del ring con el nombre de Flecha Roja debutando un 18 de marzo de 1953, fue la voluntad del público que lo proclamó ídolo técnico hasta sus 80 años de vida, cuando falleció el pasado 20 de agosto por la mañana. Fue un héroe para la familia y la afición.



“Diez años fui luchador rudo, pero me hicieron cambiar la gente y los niños, para los cuales no había ídolo más grande que el Zorro Plateado”, decía. “Me querían mucho, me saludaban hasta el grado de zafarme el hombro y me traían en hombros a la Plaza de Armas; esto me hizo cambiarme a técnico”.


La figura del esteta plateado permaneció desde entonces como un referente de justicia, honradez y pulcritud tanto arriba como abajo del ensogado. Incluso su único hijo varón, heredero de la capucha, se inclinó por estudiar Derecho e impartir justicia en otros planos.


Con una ilusión por rescatar en Saltillo la tradición de la lucha libre mexicana, don José instó a nuevos valores y promotores a no cruzar los límites para beneficio del espectáculo. “El luchador debe hacer las cosas bien para que los papás vean que es dar diversión al público, que sus hijos salgan contentos y no diciendo malas palabras porque el luchador las dijo…”, comentó. “La lucha libre es para familias, que el espectáculo se lleve como debe de ser: en el ring”.


En el 50 aniversario de su carrera dentro del deporte de los costalazos, el menor de sus cinco hijos portó por primera vez en 2003 la identidad del Zorro Plateado y uno de sus nietos se convirtió en el Zorro Plateado Jr. Un año después otro nieto suyo, Indio Kikapú Jr., debutó en el pancracio y anteriormente hizo su aparición el primer "Jefe Indio".


EL AFICIONADO

QUE NUNCA FUE…


“Yo no sabía nada de lucha, ni era aficionado ni sabía qué era, pero tenía unos amigos que les gustaba mucho la lucha libre”, contaba. “Iba con ellos a hacer fila para sacar el boleto porque antes las arenas tenían bastante público”.


En su primera función como espectador vio en el ring al histórico Rolando Vera y dijo que le gustó “más o menos”. Otro día un cliente del banco donde don José trabajaba le invitó a su gimnasio para entrenar.


“Era una asociación católica americana que estaba por la de Morelos donde topa Juárez y que ahora es un estacionamiento”, dijo. Pero asistió y pronto tuvo su máscara, origen del atuendo del Zorro Plateado.


“Quien mandara a México un dibujo del Santo a una revista que editaba José G. Cruz, se llamaba Santo ‘El Enmascarado de Plata’, le mandaban una máscara y el hermano de mi amigo me la dio”, recordó. “Yo me la puse para ir al gimnasio. Me la ponía para hacer ejercicio sobre la tarima y para echar maromas. Después nos hicieron un ring, pero yo iba con esa máscara. A raíz de esa máscara seguí como luchador.”


“Nunca he vivido de la lucha libre. Siempre he trabajado, pero en los trabajos que tuve se me dieron facilidades para salir y regresar otra vez. Aprovechaba cuando salía de vacaciones”, finalizó.



TABLA


Nombre de pila: José Aguirre Quirino


Nombre de batalla: Flecha Roja, Zorro Plateado y Émulo del Santo


Fecha de nacimiento: 30 de abril de 1931


Fecha de defunción: 20 de agosto de 2011


Lugar de nacimiento: Esmeralda, Coahuila


Año de debut: 18 de marzo de 1953


Año de retiro: 1997


Trayectoria: 47 años como luchador profesional.


Familia: Esposa María del Consuelo Contreras. Hijos: Rosa María,Patricia, Alejandra y María del Refugio y el heredero Zorro Plateado.


LO DESTACADO


* En el 50 aniversario de su carrera dentro del deporte, en el 2003, el único hijo varón de don José Aguirre heredó la tapa del Zorro Plateado y uno de sus nietos se convirtió en el Zorro Plateado Jr. aquella tarde del 2003. Un año después otro nieto suyo, Indio Kikapú Jr., debutó en el pancracio.


* No bajar calzones, no romper lámparas, no luchar abajo del ring ni decir maldiciones fueron muchos de los actos que fervorosamente prohibía el ex Comisionado de Box y Lucha Libre en Saltillo.


* Gladiadores como El Médico Asesino, Santo II (Máscara Dorada) y el Hijo del Santo utilizaron dicho nombre, pero extraoficialmente también lo hicieron Felipe Ham Lee (Santo japonés), Pedro Bolaños (Santo peruano), Yavuz Selekman (Santo turco), Jeff Moffet (Santo canadiense), Axel, el Nieto del Santo y el Santo Negro de AAA.


* También ganó el Premio Orgullo Saltillense, creado por iniciativa del gobierno municipal para sus atletas destacados a lo largo de la historia.

agosto 06, 2011

Un legado de lucha, tortas y pundonor. En esta esquina… ‘El Popeye’

Miguel García
Zócalo | Saltillo


Foto: Miguel García-Cortesía


En la esquina de Matamoros y Juárez, se encuentra la guarida del ex rufián Escorpión Negro, quien ha hecho de su negocio de tortas el lugar del buen sazón en Saltillo y la cuna del luchador Popeye. El noqueador del boxeo sanpetrino creó al famoso marinero de las tiras cómicas para no olvidar su etapa en activo y porque ahí en su puesto de lonches se da “La Pura Espinaca” desde hace 38 años.


En el apellido lleva el sello de la casa. Don Jesús Guerrero Ortiz no deja de chambear ni su afición por el deporte desde los 14 hasta sus 78 años de edad, aunque hoy sólo promueve sus dos pasiones: el box y la lucha libre.


De vendedor ambulante, a los ocho años empezó a trabajar al lado de su papá don Manuel, “El Güero Nevero”, en San Pedro de las Colonias. Abandonó la primaria y aprendió el negocio familiar que se extendería a su quinta generación, haciendo golosinas de lo que sea: leche, camote, calabaza. También trabajaron el azúcar y piloncillo, varias cajetas, además de nieves, paletas y churros.


“El deporte lo lleva uno en las venas. Hasta ahora, aunque no luche ni nada, sigo teniendo contacto con los muchachos de la lucha. Sería por mi inquietud, por mi deseo, por traerlo en el corazón”, enfatizó.


Don Chuy no halla diferencia entre box, lucha y la vendimia. El comercio fue un tercer deporte con el cual ganó el dinero para su familia de 12 hijos que llevó consigo a Torreón, Delicias, Chihuahua, Monterrey y Saltillo.


“Salía de boxear y me iba a atender el negocio que tuviera. Salía de luchar y era igual. Nunca dejé el comercio, todo el tiempo seguía allí”, dijo añadiendo que dejaba un responsable cuando él subía al cuadrilátero. “Para mí fueron igual. Tenía que entrarle duro a la chamba”.

‘EL CAMPEÓN’ DE SAN PEDRO

“Cada jueves hacían lucha libre y antes calentaba el ambiente entrando a dos round a los 14 años en peleas de botana”, recordó. “Vendía aguas frescas y lonches afuera del Cine Obrero en San Pedro. Entraba a ver la lucha y me gustó el ambiente. Fue como me hice boxeador”.

Su carrera como pugilista se hizo en su pueblo natal; duró dos años en peleas de 2, 3 ó 4 asaltos hasta dar 38 combates, luego brincó a profesional y en Torreón se retiró a los 22 años con 25 pleitos. Una vez el ídolo nacional José “El Toluco” López peleó en Torreón y a don Jesús le tocó protagonizar el segundo pleito.


Su mánager era “El Carbonero”, a quien debía pagarle 30 de sus 70 pesos por pelea. “Nos llevaba a los ranchos, a veces nos mandaba a pie cuando eran los aniversarios”, sonrió.

“Mi clave era luego, luego, entrando y a tumbar”, reveló. “Me duraban poco. Lo más que duré fue ocho rounds. En el box sí me tocó venir a Saltillo en un parque frente a la Alameda contra ‘El Tunerito’ de San Luis. A él lo noqueé en el octavo”.

“Cuando llegaba a mi casa, me decía mi mamá: ‘Así que al niño le gusta recibir golpes, ¿verdad?’”, recordó. “Me agarraba de las greñas y me ponía unas cachetadas sobre los moretones. Pero ella me curaba con lienzos de una hierba. Así me bajaba lo hinchado y listo para la otra”.


De buena pegada, narró que una vez peleó con un muchacho flaco. “Traía una ‘bicicleta’, corría y corría… Pero en una de esas que me le arrimo, con un derechazo a la quijada lo noqueé”, relató. En otra ocasión, le quebró la nariz a su rival.


“Pero no me suspendían la pelea”, indicó. “A mí me daba miedo volverle a pegar. Cuando salía, iba limpio, pero le pasaba la mano como no queriendo y otra vez, chorros de sangre. No vaya a matarlo. En vez de pegarle en la cara, le di en el estómago”.


EL ESCORPIÓN NEGRO

La máscara negra con dos alacranes a un costado de cada ojo nació poco después de que colgó los guantes el “Campeón”. Tras mudarse a Torreón en 1952, reconoció en el gimnasio de la Plaza de Toros a varios luchadores que vio durante sus andanzas de boxeador.

Debutó con “El Húngaro” Arellano en la Arena Olímpica de Gómez Palacio, Durango. Él era su compadre y escogió el nombre del rudo hasta los huesos. Siendo del bando marrullero, consiguió varias cabelleras; una de ellas fue la del “Chacal” Ramírez, del famoso “Pokarito” Ramírez y otra más de uno de los Espantos sin máscara, “El Toro” Cisneros.


“En un año aprendí todo, agarré cuerpo porque estaba medio flaco, aprendí a caer, esquivar y sacar los golpes”, recordó. Sus mejores combates fueron contra el Cosaco Loco en ranchos de la Comarca Lagunera. “Enojado, metía el puño y fue lo que me hizo famoso en la lucha libre”, dijo. “Yo desciendo de la escuela ruda, fue la que agarré. Se me hacía más fácil”.

En 1964 se retiró de los cuadriláteros cuando al ganar 10 pesos por lucha no rendía el gasto y llegó a Saltillo. Luego de sus estadías en Delicias, Chihuahua, y Monterrey, Nuevo León, buscando fortuna en sus negocios de golosinas, nieve y churros, eligió a la capital de Coahuila por su feria donde las personas hacían fila para deleitar su paladar con los productos de “Chuy y sus ricos churros”.


De sus 17 hijos, nacieron 46 nietos y “todos traían su torta bajo el brazo”, aclaró, pues ellos le han dado hasta hoy 26 bisnietos.



















EL POPEYE

Pese a su edad, al lado de amigos del pancracio nacional y local como el réferi Salvador Hernández “Salvatori”, sigue en contacto con su deporte preferido. Incluso, creó al personaje que le da fama desde el cuadrilátero a su negocio de lonches, El Popeye, en sus múltiples versiones y atuendos.

“Había un muchacho que quería hacer un Popeye boxeador; incluso mandé a hacer un Popeye en guardia con guantes y se mira bien. A lo mejor de pronto lo saco”, confesó. El único requisito es que los marineros de espinaca sean técnicos
.

Rudo hasta la médula, sabe que hay que ser técnico en el negocio “para atender al cliente bien” y, al igual que en su etapa juvenil de boxeador, las Tortas Popeye han sido un nocaut en Saltillo. “Ahí cuando algún borrachito que se pone necio. Entonces sí me lo llevo para los arbolitos y saco le pegada”, finalizó alzando su brazo derecho.


TABLA

Nombre de pila: Jesús Guerrero Ortiz

Nombre de batalla: Escorpión Negro

Alias: El Popeye, El Campeón y Guerrero

Edad: 78 años

Estudios: 2do. Grado de primaria

Luchador: 10 años. Estilo: Rudo

Boxeador: 8 años. Estilo: Noqueador

Peleas amateur: 38

Peleas de paga: 25

Sus ídolos: El Santo, Black Shadow, Blue Demon y José “El Toluco” López.