octubre 16, 2008

Por avorazados

Una vez hubo un robo en la Iglesia de San José, en Cuatro Ciénegas. Unas personas que no eran de por allí se atrevieron a hurtar las limosnas de aquel domingo, guardadas en la capilla del templo.

Nadie que viviera en mi pueblo trataría de cometer algo semejante. De inmediato sería ubicado con la ayuda de la gente devota y sobretodo por las habladurías, departamentos de investigación más veloces que el del ministerio público.

Mientras todos los habitantes dormían, los ladrones se brincaron la barda que rodea la iglesia y forzaron la cerradura de la capilla. Vaciaron el lugar donde estaban los billetes y monedas sin dejar rastro. Nadie se había enterado, a pesar de que las oficinas de policía se ubican en la misma cuadra. Estos sujetos hubieran perpetrado el crimen perfecto si no fuera por un detalle.

En su ronda habitual, una patrulla recorría el boulevard Presidente Carranza y detectó movimientos sospechosos justo detrás de las jardineras. La costumbre les hizo revisar, pues esos lugares los frecuentan mucho las parejas impacientes.

¡Cuál no sería su sorpresa al encontrar a una tercia de muchachos contando una buena cantidad de dinero regado sobre la banqueta! Sin pensarlo, los oficiales detuvieron a aquellos jóvenes desconocidos (casi siempre, los que van al bote son los mismos de cada fin de semana).

Los chamacos no tuvieron escapatoria porque aún cargaban el botín completo; no se habían detenido a ocultarlo y lo llevaban en las bolsas del pantalón, en sus sombreros texanos, en las camisas hechas costales y hasta en los zapatos.

El colmo más grande fue que para contar lo obtenido y repartírselo con justicia, estos incautos delincuentes se habían puesto bajo la luz de un farol en pleno despoblado.

octubre 08, 2008

El olor de Dios

"¡Qué miserable era el olor de este Dios! ¡Qué ridícula la elaboración del aroma desprendido por este Dios! Ni siquiera se trataba de incienso verdadero; lo que salía de los incensarios era un mal sucedáneo, falseado con madera de tilo, polvo de canela y salitre. Dios apestaba", Süskind, Patrick, El perfume. Historia de un asesino.

Ok, me encantó esta novela :D y la película también >D, y todavía maneja un tanto de existencialismo ... 86: Es decir, sin palabras (t) jajaja