julio 14, 2012

DE CUNA DEMONIACA: ÁNGEL DEL INFIERNO Y MALIGNA





Miguel García
Zócalo Saltillo

Foto: Miguel García-Víctor Mendoza

Los Hermanos Diablo todavía tienen cola que les pisen. De las profundidades del averno, la dinastía sigue nutriéndose con nuevos elementos que defiendan su legado de sangre y rudeza. Hijos del Chavo Lomelí, Ángel del Infierno y Maligna han hecho alianza cual cancerberos del infierno para proteger el nombre de una familia de abolengo en la lucha libre de Saltillo y Ramos Arizpe.

El hermano mayor es el demonio con alas y la menor, la amazona del infierno. Aunque hay diferencia en edad e inicios dentro del deporte, juntos hicieron el viaje el año pasado a Pachuca para aprender aún más, dos meses duró la estadía y su primera gira por el centro del país.

UNA AMAZONA
DEL INFRAMUNDO
Aunque Magnífica es la luchadora más joven del Clan Diablos, Maligna es la exponente ruda con mayor vehemencia y sed de triunfo, sin contar a sus tías Paty Rey y Lady Star. Cuando sube al enlonado, es blanco de piropos y silbidos.

Además, podría ser una de las pocas damas en Saltillo que practica el deporte del costalazo con buenas maneras, pues las féminas casi están en extinción arriba del cuadrilátero local. Por ello garantiza que su tía Paty Rey, “sería su única rival seria en Saltillo”.
 
“Toda mi familia es luchadora, desde chiquita ando en este ambiente y siempre me ha gustado la lucha libre. Soy ruda por mi papá, hermano y tíos”, señaló quien es de cuna luchística y que, hasta hoy, estando tan sumida en el deporte, también sostiene un romance con otro joven prospecto del ring en Saltillo.

Maligna hizo su debut en sociedad y el gremio luchístico a los 15 años de edad; dos años después, su equipo cambió del original, ya estuvo en México y fue contendiente por el Campeonato Femenil en Monterrey, Nuevo León, contra Hija del Karonte. 

El éxito vino tras grandes esfuerzos, luego de darse más a conocer en la Sultana del Norte. “Empezamos a ir con mi papá a la Arena Halcón, ahí me fueron a checar promotores de varias arenas como La Coliseo, la Femenil. Vieron mi trabajo y de ahí me hablaron”, dijo.

Entre sus maestros se cuentan Gatúbela, hija de su abuelo también luchador, Costeñito Moy, y el Campesino del Valle. Otros fueron Ángel del Infierno, Chavo Lomelí, Tormento Negro y Latino.

UN DEMONIO CON ALAS
Con 8 años de lona recorrida, Ángel del Infierno ha forjado su trayectoria en los ensogados locales y de la región norte de México ante saltillenses igual de fieros y también contra elementos de Triple A y el CMLL. Así, la presión y motivación crecían en él conforme aparecía en cosos de Monterrey y Reynosa.

Desde que tenía 8 años se iba con su tía La Gatúbela a una arena en colonia La Güayulera, propiedad del luchador Chómpiras. “Duraba cinco meses entrenando y dejaba de ir, pero cuando me agarré seguido fue a mis 12 años. Empecé como Luzbel”, relató.

“La máscara la expuse cuando tenía tres años luchando, fue en la Arena Obreros y le gané la máscara a un rudo que se llama Crazy Flamer, de Saltillo”, añadió.



Respecto a su herencia, ser parte del Clan Diablos, manifestó: “Se siente bonito que a donde quiera que vayamos a luchar nos reconozcan primero por la familia, mi papá y mis tíos, pero luego se van dando cuenta que cada elemento trae su estilo, sus llaves, su escuela. Ya es como van diferenciando al luchador de la dinastía”.

Una de sus pruebas más difíciles es subir al cuadrilátero junto a su padre, Chavo Lomelí. “Yo lo veo hasta ahorita como mi ídolo. Mi papá ha sido el motor para mi lucha”, resaltó. “Con mi papá como pareja se siente un respaldo por la experiencia, pero luchando en contra dejas a un lado la familia y tratas de dar lo mejor de ti”.

Sin embargo, en una de sus mejores luchas, le tocó eliminar a su papá del torneo por los campeonatos. “Sentí que fue mi mejor lucha. Era una ruleta y nos fue tocando con diferentes luchadores. Me tocó con mi primo Sangre Latina, Zorro Plateado y con mi papá Chavo Lomelí. Lo eliminé”, dijo.

 


Su afición por la lucha libre va más allá de practicar el deporte, pues también le gusta crearse distintas máscaras, aunque no sea negocio presentarse cada domingo. “Aparte de la lucha trabajo en una fábrica. A veces aunque no haya tiempo uno hace lo posible por entrenar un rato, ver a los amigos de la lucha con los que entrenamos. Como es un gusto la lucha, no le pones peros y haces lo más para tratar de venir”, finalizó.

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