diciembre 30, 2011

DE BARBA Y MÁSCARA: Santa motorizado y Sarapero III

Zócalo Saltillo / Deportes!
Miguel García
Zócalo | Saltillo

Foto: Víctor Mendoza-Miguel García-Cortesía

Durante los helados días de diciembre el menor de los hermanos Lara no cabe de gozo porque sabe que es tiempo de abandonar, arriba del cuadrilátero, la colorida máscara del luchador y sus ansias de combate para portar su segunda identidad, como el mítico Papá Noel, y llevar alegría a todos los niños de Saltillo con su barbuda y panzona presencia.

Con 12 años de kilometraje sobre el asfalto, asegura que él es el original “Santa motorizado”. Cuando se sube al vehículo de dos ruedas y lo echa a andar por las calles de la capital coahuilense pone de buen humor a las personas a su paso con un saludo fraterno y el cálido “Ho ho ho”.

Sarapero III castiga a su hermano mayor, Federico.
“Me llamó la atención. Veo que los niños quieren demasiado a ese personaje. Es más, tengo muchas anécdotas muy bonitas. Esto no lo lucro, me gusta ver una sonrisa de los niños”, explicó quien gusta de atenazar la cabeza de sus rivales con unas tijeras voladoras, asfixiarlos con candado al cuello o partirlos a la mitad con una “Descuartizadora”.

El tercero de la Dinastía Arcoíris, nombre dado por la afición a los Saraperos I, II y III a causa de los diferentes matices de sus equipos, tomó la idea de entregar obsequios caracterizando a Santa Claus desde una vez que como gladiador dio regalos en su arribo al ring durante las funciones organizadas por Marcos Zúñiga en las colonias Chamizal o Antonio Cárdenas.

Su trayectoria de 20 años como luchador inició por ausencia del Sarapero II, Francisco Lara o Frank Cortés. “Eran mis dos hermanos, fallece uno y como que al otro le entró la nostalgia de andar solo me invitó en 1985 cuando estaban en su auge las funciones de lucha en Saltillo”, relató.

Santa motorizado.
Hoy la tapa del Sarapero sigue en su lugar, cubriendo la incógnita del menor de los hermanos Lara. Ni siquiera la perdió contra el más rudo del trío en una lucha de apuestas (máscara contra cabellera), en el Gimnasio “La Maquinita”.

Sin embargo, por solidaridad, por un sentimiento genuino de dar, se la quita para encarnar al gordito bonachón, señor de la Navidad. “Todas las navidades visito a los amigos, cada 25 visito a compañeros de trabajo para entregarles un regalo a los hijos”, señaló.

“El día 25 casi 12 horas ando en todo Saltillo. Días previos a Navidad me invitan a alguna posada, al encendido de un pino, pero todo me agrada, me he dado más a conocer. Este año han salido más empresas y posadas”, comentó.

PIEDRAS EN
EL CAMINO
Aunque era técnico, nunca se limitó.
No obstante, algunos pocos no comparten el ánimo de la época de reflexión, fiestas y regalos. “Hay gente que no tiene ese espíritu, sin embargo seguimos aquí. Me han agarrado a pedradas en La Guayülera”, subrayó. “Pero mientras podamos subir a una moto aquí vamos a andar disfrutando cada mes de diciembre”.

¿Qué situación en especial lo motivó a vestir el traje rojo?
Va en el carro un niño, le toco la ventana y se le salen los ojos cuando me ven. Ahí me agradeció el regalo. Su expresión fue tan grande, me dio gran sentimiento y regocijo.

¿Alguna vez luchó como Santa en el ring?
Participé en esa función e hice un equipo para deleitar a los niños, para la piñata y la foto. Después llevé ese equipo para dar los regalos a los niños. Subí porque el Negro Rivera se quiso sobre pasar con un niño. Traía el equipo de Santa y mi reacción fue detenerlo, pero no fue mi personaje. Soy el Sarapero III.

Cuando supo que otro Santa andaba por ahí, también en una motocicleta, aclaró entre sus clásicas carcajadas que para él “es una imitación. Yo en realidad sí soy el Santa”.

Sea como Santa o Sarapero, los niños le brindaron su apoyo.
Como en la lucha libre, ¿le pelearía el nombre al otro Santa?
No, luego se acaba el encanto para los niños. Siempre fui técnico, del bando limpio, porque no me gustan las marrullerías que hacen los del bando rudo.

Aparte de las pedradas, ¿ha tenido otra mala experiencia como Santa?
Por lo regular, todos los días 25 en todas las casas hay bebidas y te invitan. Me pasó la primera vez, con un tequilita. El otro te invita uno más, una cervecita. Para la una de la tarde ya me sentía borracho, a tal grado que con la panza en la espalda ya parecía tortuga ninja y las barbas de un lado. No me agradó eso porque los niños se me quedaban viendo.

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