octubre 27, 2012

GREG RUIZ, VOZ DE AFICIONADO (Segunda parte)

Texto y fotografías: Miguel García

“Simplemente dejamos de evolucionar y nos convertimos en repetitivos. Es una muestra de que hay algo mal en la lucha libre contemporánea. Le falta atreverse y a pensar diferente”, puso de manifiesto su opinión el coleccionista de lucha libre, Greg Ruiz, en torno a la actualidad de su espectáculo preferido.

“Solíamos ser la mejor lucha del mundo. A ver si no me pegan después por eso, pero ahorita (la mejor) no está en México ni en Japón, sino en Estados Unidos”, añadió.

Haciendo gala de su saber, expuso sus escuelas preferidas en otros horizontes: “Hay una empresa que se llama Ring Of Honor y Chikara, donde sus maestros son mexicanos como Skyde. A final de cuentas, la mejor lucha del mundo tiene una evolución a partir de la mexicana”.

“Son empresas chiquitas que se atrevieron a innovar con buen nivel”, prosiguió.

De hecho, por esta menor calidad exhibida arriba del ring la alianza entre medios de comunicación y el deporte del costalazo se vino abajo.

“Si el interés es tener una buena crónica, ¿cómo lo vas a hacer con una lucha repetitiva, donde ya no importan los resultados?”, dijo.

“Cada fin de semana en Monterrey, vino tal luchador, estelarista del Consejo o Grupo Revolución, y luchó cuatro veces. ¿Cuál crónica va a poner el periódico?”, cuestionó. “El resultado de todas esas luchas no tiene valor, ni luchístico ni mediático. No sirve, es más importante tomar una entrevista”, reveló.

Afirmó que son pocas las luchas que tienen valor de crónica y ese es el punto débil de Súper Luchas ahora.
“Si el Consejo fue a Veracruz u Oaxaca, está haciendo exactamente lo mismo. Es como las luchas de la WWE cuando viene a México, veías la misma lucha con el mismo resultado en todos los eventos”, reiteró. 

“En Estados Unidos también. Nada más que las trabajan por semana y sólo una vez las pasan por televisión. Aquí están mal pagados y tienen que hacer muchas de esas luchitas”.

También, no asumió como cierto el mito de que la televisión acabó con la lucha libre: “Pero no creo que sea producto de que la gente prefiera ver la lucha en la tele que en vivo. Porque si así fuera, la gente no iría a ver el futbol. Ahora los luchadores luchan para le tele y cuando no hay cámaras, no luchan”.

“Cuando van a una arena normal, vienen de turistas. Por eso hay luchadores locales que se desempeñan mejor y no es que los estelares no traigan nivel, sino que no quieren (mostrarlo) en ese momento”, enfatizó.

Arena Pavillón del Norte / Arena Obreros del Progreso
LA DOBLE OFERTA
EN SALTILLO
Respecto a la activa promoción del deporte a través de las constantes funciones de domingo, con altibajos en sus eventos, Greg Ruiz también aportó comentarios a considerar.

“A mí me gusta mucho la escuela de Saltillo, incluso me gustan las dos. Más discreta, más moderada y con mucho más respeto a la lucha tradicional es la Pavillón”, estipuló. “Pero tiende a aburrir, no tanto por el desempeño en la lona sino por la poca rotación de los elementos y la repetición hasta el cansancio del cartel”.

“En cambio, en Obreros no son tan exigentes en la lona, pero buscan mayor variedad en el desempeño. Ahora tiene mucho cartel. Son un poco impredecibles”, agregó.

El aficionado del pancracio nacional señaló que los fines de semana debe conocer el contenido de ambas empresas para decidir su lugar de asistencia, reafirmando un nivel al alza del espectáculo.

“Las dos se han discutido con los elementos locales. La verdad es que creo podrían ser más agresivos,  aunque la Obreros se ha propuesto diseñar la lucha libre como ellos quieren; en cambio, la APN por su relación con el Consejo tiende a repetirlo”, destacó. “Ni siquiera son los mismos elementos, pero luchísticamente parece que ves la misma función de la vez pasada. En Obreros no están limitados por el concepto”.

“Nunca sabes exactamente si va a haber una buena función en cualquiera de las dos, pero en la Obreros últimamente se han llevado las palmas”, sentenció el también coleccionista de máscaras, fotos y revistas.

Con un breve análisis intentó descubrir el origen de las fortalezas y falencias de cada empresa local. “El año pasado fue de APN y éste parece de Obreros porque creo que tiene un proceso creativo de mayor inclusión”, precisó.

 “(En Obreros) tienes a un promotor de planta en puerta, Costeñito Moy, tienes a Lolín en el micrófono y la entrada de los elementos.  Entre ellos dos definen el programa y van más allá. A veces se apoyan en Marcos Zúñiga, en los que entrenan como Fantasma, Meteorito, Terremoto y Paty Rey. Son siete elementos, siete mentes”, expuso.

“A lo mejor ninguno de ellos es mejor que Green Demon o Espartaco, a lo mejor en mano a mano, pero aquéllos son dos mentes”, sostuvo. “El profe (Demon) está ocupado en su trabajo, nada más viene los domingos  a luchar, él ya no tiene una escuela. El promotor principal tampoco le dedica mucho tiempo. Programan bien, pero a la hora de las evoluciones y el desempeño sobre la lona es otra cosa”.

“(En Obreros) es un sistema de cuatro instructores y tres promotores. En conjunto los primeros son muy buenos, pero por individual tal vez no son mejores que los de APN. Pero falta la dedicación que le dan”, sostuvo. “En cambio, en Obreros son siete, tal vez con menos trayectoria y recursos, pero le dedican el 80% de su tiempo. Esos resultados se ven en la lona”, comentó.

Rey Misterio Jr.
“En cambio, en APN lo han desatendido. No han estado ahí supervisando el producto terminado. Un buen cartel se perdió. Por ejemplo, la Guerra de Empresas y el Campeonato de Tercias. Tenemos ahí una docena de buenos luchadores estelares, en dos ocasiones, que no fueron aprovechados”, destacó.

No obstante, quiso recalcar que el desempeño local en APN es una constante de calidad. “Ahí son buenos y siempre mejoran, por eso cuando llega la estelar de México tiende a decaer”, dijo. “En Obreros no, son locales todos y cuando viene uno de fuera, se pone al tiro. Alcanzan buen nivel luchístico donde  la calidad fue ascendente”.

Sin embargo, también consideró señalar la seguridad del público en ambas arenas. “La otra vez hubo un conato de bronca entre dos mujeres (en Obreros) que estaban cerca de agarrarse a golpes, pero el promotor se paró y encargó de ellas”, relató. “Eso me recordó también las experiencias que hemos tenido en APN, donde por las dimensiones en un evento grande y por causas ajenas a la promoción, a falta de equipo de seguridad, hubo un problema en ring y dos en gradas”, continuó su narración. “El mismo cuerpo de muchos instructores, promotor y programador, funciona a la vez como de seguridad y de calidad”.

Volador Jr.
VIVA EL NORTE,
CUNA DE ÍDOLOS
“El Consejo se llena con luchadores del principalmente de Laguna, Monterrey ya tiene poco que aportar. Es tan absurdo como lo siguiente: `Una amiga me dice: Voy a ver cantar a los luchadores´. El Consejo no va a querer luchadores con experiencia en canto”, bromeó. “Las siguientes serían Guadalajara y DF. Verás en las revistas especializadas esos tres escenarios, incluso Acapulco, Tijuana y Cd. Juárez”.

“Antes tenía más nichos, pero también son escuelas donde el luchador tarda en entrar, de poderte hacer. Estoy de acuerdo en que deben estar mejor preparados y con mejor desempeño, pero luego también la vida luchístca del estelar es más corta y televisada porque el rendimiento que le exige la televisión es diferente, aunque la empresa diga que te van a tener varios años trabajando”, comentó.

Revistas orientales del estilo Puroresu.
“Por ejemplo, Los Místicos, tanto el original como el de la nueva era, siendo muy jóvenes los subes hasta arriba. Luchan poco, vuelan mucho. Son agradables al ojo, pero es una paradoja en cuanto dicen que es una escuela duradera. Pero de repente al cuate que sabe brincar, lo suben porque saben que sin él a los luchadores que luchan, nadie los va a ver”, sentenció.

“Tenemos que encontrar una nueva manera de incorporar a los jóvenes a la estelar, pero que también sepan luchar. Creo que el CMLL no lo ha logrado. Ha clareado un poquito con nuevas cosas como los programas esos de reality shows, pero creo que el ejemplo lo está poniendo Triple A y no es en la escuela ni en la lucha, sino en la producción, que está atendiendo a las plazas chicas y trae una caravana con sus luchadores. No tiene ninguna arena y las llena. Es como tener un restaurante y no pagar renta, tampoco lo compró”, concluyó.

“Es muy difícil ser luchador si no eres de una familia luchística. Es una herencia, como los sindicatos de los profes. Aquí es igual. En la televisión se ve. Los Casas por ejemplo. Va el Hijo del Júnior. Eso se ha convertido en laboratorios familiares. Las dinastías son obligatorias o feudos y por eso en las arenas chicas están entrando las familias no tradicionales. Relámpago es un luchador que creció sin feudo, ni siquiera conoce a los luchadores, pero él sabe que hay un ring y se sube a brincar".

"No era porque mi mamá me dijo o porque ya tienes una chamba asegurada. Hasta las mujeres se sienten obligadas a tener novio o esposo luchadores o del medio. Feudo no es correcto, es un asunto de castas, como si el luchador fuera un sumo sacerdote contemporáneo, un levita de la Biblia. Nada más los de la familia, hay un linaje. Así le dicen a un luchador: “Tú no vas a trabajar, tú vas a estar en un ring y la gente te va a aplaudir”. Y es lo único que comen, aplausos, porque tampoco se hacen millonarios".

octubre 26, 2012

SU 'ENFERMEDAD', LUCHA LIBRE: Padece Greg Ruiz gusto por piezas únicas (Primera Parte)

Textos y fotografías: Miguel García


Hay de fanáticos a villamelones y de aficionados a coleccionistas. Todos ellos tienen diferencias entre sí por su entrega y seriedad. Existe un saltillense por adopción que padece la curiosidad por saber genealogías y demás del ámbito. Greg Ruiz prefiere ubicarse en el último grupo, pero con ciertas reservas por su aprecio a la historia del pancracio nacional.

"Si haces una investigación periodística, casi no vas a encontrar referencias. Lo que quiero no es (reunir) por coleccionismo, no es una patología. Mi patología es juntar discos, películas y libros", restringió su tarea en el medio, cuyo fin es dar certidumbre y aportar información a los registros de la lucha libre en México.

"Tal vez por eso no me siento tan enfermo por estar juntando máscaras, pero sí me siento enfermo por estar buscando cosas documentadas", declaró en una charla de dos horas sobre diversos temas como las revistas, calidad del deporte actual, escuelas de nuevos valores, entre otros.



“Parte de la decadencia actual y del desconocimiento que hay, es porque ese celo con el cual han cuidado a la lucha libre y esa prensa mal hecha por los aficionados. Muchas historias son de oídas, de segunda o tercera mano”, añadió.

Su afán no luce descabellado, pues tan sólo en la red social como facebook, sus contactos, generalmente, pertenecen al gremio luchístico nacional, por lo que los datos se difunden más rápido. A su vez, ha publicado crónicas y fotos en blogs especializados (www.estrellasdelring.blospot.com) y medios como Box y luchas.

“Cuando empiezo a guardar cosas de lucha libre, veo que la historia no está cuidada, como sucede en otros deportes, como la estadística del beisbol o del box. Aquí no hay nada de eso, pertenece a una subcultura, algo así subterránea”, informó.

Entre afiches, fotografías, posters, revistas divididas por épocas (3 mil 500 piezas) y máscaras rotas (cuya valía supera en lo histórico a un gasto sensible del bolsillo), el conocedor de lucha libre tiene su radar sonando tras indicios de “auténticos” tesoros en espera de ser descubiertos para reproducirlos después o exhibirlos ante individuos con gusto o no por el deporte del costalazo.

FALLA CONTACTO;
TRADICIÓN PARPADEA
Consciente de la evolución del periodismo en papel, enfocado a la lucha libre, de países como Japón, el padre de familia aceptó que el retraso del medio es evidente en México y el desarrollo se genera lento. Lo reseña ampliamente y señala como culpables al conformismo, tendencias, apatía y prensa de aficionados. Aún así, rescata su valor autóctono y las diferentes edades del área.

“Las revistas que conocemos de la época dorada de lucha libre son principalmente Luche libre, Halcón, Combates y algunas otras periféricas, pero no puede ninguna de ellas con el concepto de Súper Luchas (1991-1999), que es un formato más light, en un tipo casi tabloide a colores interior y exterior. Los demás no hacían interiores”, explicó.

Advirtió que la lucha libre se empezó a cotizar con la entrada en grande de la televisión. “Había un segmento en Acción (programa de resumen deportivo), pero hablamos de la época del Pavillón (Azteca), básicamente lucha libre televisada con personajes orientados a que se vean en la tele”, relató. “Entonces la transformación es completa, no nada más en las revistas sino también en los equipos. Necesitábamos estrellas que se vieran en la tele y se vieran bien. Súper Muñeco es uno de eso”, añadió.

La única revista que se queda, de ese mundo antiguo, es Box y lucha, la cual tuvo buen momento. “Pero a partir de los noventas se adapta a este tipo, a ser más campechana y superficial en sus artículos”, indicó. “En cambio Súper Luchas se empezó a adentrar, fue gráficamente muy atractiva, pues traía mucha fotografía, y tiene varios directores”.

Su estilo, tras la apropiación deTriple A, fue reflejo
de sus colaboradores, orientados a cubrir la farándula,
Uno de los últimos directores fue Antonio Peña en esa primera época de 1995 a 1999. “Entonces tienes un maridaje total entre la televisión y la lucha libre contemporánea. Triple A se adueña de Súper Luchas. Eso bajó mucho su calidad porque ya no cubría tanto CMLL u otra empresa; Triple A se llevó el mandado y empezó a mandar cómo se hace la lucha libre. Toda la época lo distingue”, subrayó.

También refirió que, después, “Súper Luchas dictó la línea y hubo muchas revistas, algunas más famosas o que a otros gustan mucho. Las portadas son impresionantes y sus posters gustan mucho”. Algunas de ellas fueron Colosos y Arena (en sus diferentes versiones).

“Súper Luchas transformó la época de las revistas y se quedan esas sucesoras. Luego todas desaparecen al mismo tiempo porque se acabó el boom y sigue sobreviviendo nada más Box y luchas”, reiteró.

Posee distintos álbumes de fotos.
Greg Ruiz especificó que Súper Luchas contemporánea, con el mismo nombre, no tiene congruencia histórica con la otra, sino Luchas 2000 porque parte de su grupo fundador se unió para publicarla, pero Súper Luchas está enfocada a la crónica también y el director de la segunda época (2003 a la fecha), Ernesto Ocampo, perteneció al primer equipo de trabajo para devolverle su antiguo estilo.

Sin embargo, el coleccionista saltillense destacó algunas falencias en la línea editorial de las revistas actuales. “Ahora es puro mercado de la nostalgia y por eso no me gustan las revistas contemporáneas. Casi todas están adentradas en la nostalgia. Y necesitan ser muy agresivos y propositivos como Súper Luchas a color”, dijo.

“Pero ésta también tiene sus defectos. No quisieron usar las bases que ya tenían para hacer cosas nuevas y actualmente estamos utilizando la tecnología para hacerla parecer vieja porque no le consta que tengamos algo de valor ahorita. De origen, estamos pensando que vamos a fracasar”, afirmó.

De 3 mil 500 revistas consta su acopio.
Para reforzar su argumento, relató una situación particular: “Yo siempre compro regularmente en el mismo puesto de revistas y siempre quedan seis o siete de Súper Luchas. Pero hubo un número (483) que traía en la portada un dibujito del Santo y se acabó. Otra vez el mercado de la nostalgia sigue siendo nuestro mejor expositor”.

“El público o aficionado o villamelón es el que compra y reconoce que hay algo de valor ahí, es un producto de calidad, porque el producto semanal de origen es la lucha libre y la función dominical es la que está fallando”, manifestó.

Greg Ruiz.
ARTÍCULOS DE
SU COLECCIÓN
Con máscaras luchadas en propiedad como la de Pentagón/ Espanto Jr., Lizmark, Mil Máscaras, Máquina Salvaje, Villano III y Stukita, entre otras, Greg Ruiz recuerda que se deshizo de otras 40 tapas cuando obtuvo la primera sudada por uno de su máximo ídolo y rota por Karloff Lagarde para continuar con esa línea en su colección. No, no es fan del Santo ni Blue Demon.

En su blog tiene cerca de 100 revistas escaneadas al cien por ciento, sobre todo de Súper Luchas, además de las 3 mil 500 en papel. Los posters son otro punto de su colección.

“Alguna vez he pensado en guardarlo digitalmente para comercializar algunas cosas porque está creciendo tanto que sí necesita mantenimiento”, aclaró. “Lo que cuesta es hacer reproducciones y fotografías de los negativos”.

Sin embargo, el mayor atractivo de la recopilación, es su atracción por las capuchas, cuyo origen tiene factores hereditarios, pues incluso uno de los trabajadores de su abuelo en Piedras Negras, Vampiro Vengador, fue luchador y aún mascarero con 30 años de labor. El amor de Greg Ruiz por los productos de edición limitada tiene relacionado su origen con él.

Dos Caras.
“Él dibujaba a Dos Caras, con la pura máscara sin el cuerpo. Le sacaba copias y me hacía colorearlos. Era un producto que no existía, nada más yo lo tenía”, afirmó convencido. “Me vine a Saltillo a los ocho años y hasta los 12 años me traje los dibujos para colorearlos. Ya no los tengo porque siempre fui nómada, era difícil conservarlos. Pero él sí los guardó”.

Aunque Piedras Negras no fue una gran plaza de lucha libre durante su época, allá pudo ver a Sangre Chicana, Lizmark y Los Brazos. Por ello, también ahí nació su afán por reunir documentos formales. “La principal fuente de información eran las revistas. Incluso muchos luchadores los admiro de las revistas porque así los conocías  o del dibujo que hice de ellos como Dos Caras, quien es un luchador que nunca vi y es al que más dibujaba”, relató.

De Huracán Ramírez, su tesoro.

En cuanto a máscaras, Greg conserva las únicas que tienen un significado especial para él como la del Huracán Ramírez.

Como si se tratase de buen vino, el fan saltillense reveló que hay mucha diferencia entre coleccionistas de lucha libre y coleccionistas de máscaras. Incluso hay catadores de máscaras. Por el tipo de molde, tipo de material, te puede determinar la época y quiénes son los que la hicieron, aunque no todos son especialistas en el tema.

“Los coleccionistas de máscaras a veces saben mucho de materiales y mascareros, pero no de la máscara que tienen o del personaje luchador. Algunos son muy serios. Hay nuevos que se compran muchas de 300 o 400 pesos y sólo quieren tener máscaras”, explicó. “El asunto no es cuantitativo sino cualitativo aunque cueste. A lo mejor nadie la luchó. Fuerza Guerrera lo dijo: ‘La máscara es el fondo de retiro para un luchador’”.

Documentada.
“Yo tenía una colección como de cuarenta máscaras, pero cuando me llegó ésta (de Huracán Ramírez), ya no quise mis 40. Ahora quería puras luchadas, rotas y documentadas”, enfatizó. "Esa máscara que obtuvo en varios pagos, llegó a sus manos a través de la viuda del Dr. Zeta, sobrino del Huracán junto a El Matemático y Catártico, es la dinastía García".

“No sólo es una máscara luchada y documentada, sino de un personaje que admiro mucho. Yo no tengo en primer lugar ni al Santo ni a Blue Demon. Para mí siempre fue Huracán Ramírez, por la misma razón que también le voy a Batman. Porque no tienen súper poderes”, comentó.

Posters.

Puso de manifiesto que El Santo y Blue Demon acaban con demonios, vampiros, zombies, extraterrestres y tepocatas. Disparan rayos láser, dependiendo de la película, a veces volaban o reencarnaban.

“Pero en las primeras películas del Huracán Ramírez, cuando las estelarizaba David Silva, (él) luchaba contra la mafia de barrio que cobraba piso a su restaurancito o les vendía protección”, precisó. “Si ahora sacaran películas del Santo, a lo mejor lucharía contra los clones de las Guerras de las Galaxias. El Huracán sería un vendedor de tortas o dueño de puesto en la pulga y pelearía contra los sicarios”.

Villano III, Máquina Salvaje y Mil Máscaras.
“El Huracán representaba un problema social y era un héroe normal, un Emiliano Zapata, un Pancho Villa. Santo y Demon eran una mezcla de Van Helsing y James Bond”, añadió en mofa.

Sin embargo, Ruiz tiene profundo respeto a la memoria de García por su reconvención y valentía.
“Otra cosa que le admiro es que esa parte de su vida se ve reflejada durante el periodo de los años 80´s. Es cuando se desenmascara públicamente para decir yo soy Daniel García, soy Huracán Ramírez. De esa manera se posesiona del personaje. Así surge la dinastía verdadera con Huracán Jr.; la otra dinastía será legal, pero no es de su sangre”, recordó.

“La otra lucha, que es lo negro de la lucha libre, fue cuando Huracán Ramírez fue repudiado por sus compañeros de trabajo y del medio por su lucha contra el alcoholismo”, agregó. “Empieza a hacer una acusación muy grave, donde debajo de la lucha hay drogas y alcohol. Era parte de esos asuntos intocables en el medio y a él no le dio miedo. No quería que muchos luchadores deportistas sufrieran lo que él. Por eso esta máscara me importa mucho”, concluyó.


Stukita y Trauma I.
Pentagón - Espanto Jr.

octubre 14, 2012

ANTES, UNO MÁS EN LAS CALLES; HOY, UN ÍDOLO NACIONAL: RELÁMPAGO TENAZ SOBRE EL RING



Texto y fotografías: Miguel García-Cortesía

Inspirado en el destello zigzagueante procedente del cielo nocturno, un joven saltillense con problemas de adicción se salvó del alcohol y las drogas al incursionar en la lucha libre. Hace nueve años decidió encarnar a Relámpago, cuya fuerza de voluntad lo llevó de las calles al ring, y hoy brilla con luz propia a nivel nacional.

Pese a los desafíos y pruebas tanto de la vida como del enlonado, el gladiador aéreo alcanzó el firmamento de los favoritos del público y no quiere bajarse de su nube, aunque abandonó las filas de la caravana estelar de Triple A y ahora pertenece al círculo de Los Independientes.

Dicen que un rayo no cae en el mismo sitio dos veces, pero él volvió en una visita rápida al hogar de su infancia para brindar cariño y dejarse consentir por su numerosa familia, pues hoy radica en la capital del país.

El enmascarado con centellas azules sobre el rostro negro y tatuajes en la parte alta del cuerpo, recuerda orgulloso su giro de timón tras portar la máscara y sus avatares al iniciar la aventura por aire.

“Yo tuve un fondo de sufrimiento muy crítico, desgraciadamente a mi corta edad. Entre los 14 y 21 años eché a perder mi tiempo en la vida, no lo aproveché, no estudié ni nada. Fue una vida desviada”, confesó quien ganara la Copa Higher Power en 2012 del Grupo Internacional Revolución de Lucha libre (IWRG, por sus siglas en inglés).

Con su mamá.
Nunca fue tarde para admitir su error y comenzar otra vez. Pero aunque intentó abandonar su dependencia a esas sustancias, reincidía constantemente.

“En mi caso, estuve en un grupo de rehabilitación por dos años por mi propia voluntad. Aprendí mucho con literatura muy padre donde manejamos doce pasos. Cuando salí, lo hice recuperado”, relató. “Me ayudó bastante, pero me faltaba algo más porque me desviaba, seguía mal”.

La motivación aparecería al doble más tarde, luego de tener a su hijo en brazos y una pasión innata por echar maromas.

“Después conocí a la mamá de mi hijo y comencé una mentalidad diferente para tomar la vida. Entonces, ahí descubrí la lucha libre y fue un buen paso para salir adelante y ser una persona deportista, sana, sin vicios ni drogas”, reveló el triunfador en la Lucha Futbolística organizada por Triple A y la FMF, previo a la despedida de la Selección Mexicana de Futbol al Mundial de Sudáfrica 2010, donde los participantes de la eliminatoria fueron enmascarados con capuchas alusivas a equipos de Primera División y sólo Relámpago cubrió su rostro con la tapa del combinado azteca para alzarse con la victoria.

Uno de sus primeros equipos.
No obstante, para el alumno de Ráfaga de Oro y los Hermanos Diablo, la clave de su metamorfosis fue su convicción de renovarse y por ello alienta a los enfermos con estos padecimientos a descubrirla para sanar.

“Las personas que tienen este tipo de problemas con las drogas y el pandillerismo, creo que no cambian si no tienen esa fuerza de voluntad, porque pueden estar en los mejores centros de rehabilitación o religiosos, (pero) si en tu vida no existe, ahí te vas a quedar”, afirmó.

“Aprendí que la vida es muy bonita y, si sabes llevarla sanamente, van a venir cosas mejores”, sentenció.
Aunque se ha visto tentado a recaer en el medio luchístico, los malos momentos siguen frescos en su memoria para hacerle recapacitar. “El fondo de sufrimiento que yo tuve fue tan crítico que echas tu casset para atrás, recuerdas todo el daño que te causó y dices no a las drogas”, admitió. “Eso sí, no soy un santo, todos tenemos nuestro lado para echar relajo, pero ya sano”.

Orgullo de Saltillo, Coahuila.
LA PRIMERA CHISPA
Su acercamiento a la lucha libre fue a través de Ráfaga de Oro, quien luchaba como Ave Negra y a quien conoció cuando entró a trabajar en una fábrica. “Nos hicimos buenos amigos y me presumía con sus fotos que era luchador”, recordó la flamante pareja de Extreme Tiger.

“Tenía un físico muy impresionante y me empezó a entrenar en lucha libre. Pero nada más fui un día y no volví hasta tiempo después en la Obreros del Progreso”, dijo. “Se me hizo muy pesado el entrenamiento después de que siempre me reía de él porque le decía que la lucha libre era puro cuento, que no se pegan de verdad, eran payasos”.

Dentro de dos meses, regresó arrepentido tras observar las funciones en la televisión  y emocionarse con el trabajo de un ídolo internacional. “Vi las luchas de Rey Misterio Jr., compré sus discos. Al verlo en video cuando andaba en su mero apogeo en 2005, fue mi inspiración. Yo quería ser algún día como él”, manifestó. “Empecé con esa mentalidad y se convirtió en mi pasión la lucha libre”.

Cuando le hicieron subir al ring, su debut no fue el soñado. “Entrenaba en la Obreros con los Hermanos Diablo, muy buenos maestros. A los tres meses, debuté sin estar preparado, faltaba un muchacho y yo no tenía ni rodilleras o máscaras”, informó.

El promotor sacó una máscara y esa fue su primera tapa, la cual tenía relámpagos en los costados. A partir de ahí nació el nombre con el que sería referencia a futuro desde el 23 de mayo de 2003. “Debuté sin ninguna experiencia. Recuerdo que esa vez no hice nada, me ganaron los nervios. No es fácil como la gente dice”, hizo memoria.

Una vez recibió a Los Capos en Saltillo, pues los promotores siempre lo incluyeron en luchas estelares o semifinales. “Para mí fue una satisfacción grandísima”, comentó sorprendido por la emoción aquel día, la cual le provocó un accidente que hubiera sido fatal.

“Antes del evento a mí me atropellaron en mi moto, andaba tan emocionado que me pasé el alto. Gracias a Dios no pasó nada, volé como dos metros, me aventó el carro y se destrozó la moto”, relató. Sin verse herido, se levantó para acudir camino a la función. “A mí me preocupaba llegar a la arena”, añadió.

EXTREMA DECISIÓN
“Cuando dejé mi vida anterior, nunca me imaginé que yo tenía una capacidad muy grande para el trabajo”, destacó su transición. “Desgraciadamente, no estudié por ciertas razones, pero cuando doy un giro, me meto a una fábrica”.

“Primero empecé como operario, hacía las vestiduras de los asientos y camionetas. Tenía mucha habilidad para el trabajo, sacar las metas y cantidad que nos ponían para la producción”, recordó. “Era muy bueno para decorar y ciertas operaciones difíciles. Me fueron ascendiendo como team leader y luego auditor de calidad”.

“Me gustaba que mi familia estuviera bien y mi hogar con los muebles bonitos. Después conocí el gimnasio y trabajé de entrenador. La lucha libre era por amor al deporte”, precisó.

Empero, el luchador en ciernes se vio en una encrucijada y se puso en mente el sueño que parecía muy alto para un joven gladiador de provincia. Para correr el riesgo, debía ser valiente.

“Cuando decidí tocar puertas en una empresa grande, tuve que dejarlo todo. Para mí fue muy difícil porque dejé mis dos trabajos, mi familia y todo para lograr algo”, enfatizó.

Máscara de México.
“Siempre he sido en todo lo que realizo una persona que lucha por ser mejor”, enalteció. Empezó en Saltillo, no se le dio proyección, quiso destacar, poco a poco fue logrando oportunidades. El segundo paso fue ir a la Arena Coliseo de Monterrey. Era su ilusión entrar y se le concedió por el esfuerzo.

“Cuando me sentí con la capacidad y talento para ser una estrella en la lucha libre, me dije que podía destacar dentro del medio. Siempre he tenido esa inquietud por ser el mejor de México”, declaró con férrea seguridad.

Después se sentía chiquito en la Coliseo de Monterrey y viajó a México con buena estrella. Entró a Triple A, entrenó con El Apache y El Mexicano, hizo su debut el 17 de agosto de 2009, estuvo trabajando tres meses con ellos y admitió que fue algo importante para su carrera porque se le brindó proyección a través de televisión.

SIN MARCHA ATRÁS
“A veces sí me pega (la melancolía), se vienen momentos difíciles, no hay o tienes poco trabajo y es cuando extrañas a la familia. Te sientes solo y triste, pero todo sacrificio tiene una recompensa y, gracias a Dios, a mí me ha llegado”, manifestó en la comodidad del sillón.

Pero desde que empezó su travesía por los cuadriláteros de México, su constancia le ha valido el éxito. “Me puse las pilas. Vivía con varios luchadores que también buscaban la oportunidad. Como todos, la sufrías. A mí me gusta ser trabajador y no el típico flojo que espera a ver si le llega. Me puse a buscarlo”, narró.

“Trabajé en un gimnasio muy bueno, tenía mi sueldo por semana. A mí se me facilitó porque traía porte y físico para ser un preparador”, añadió. “Eso me ayudó mucho para mantenerme en México mientras me daban la oportunidad en Triple A. Cuando tuve más trabajo, renuncié al gimnasio por mis viajes”.

“Ahora estoy como independiente, hace unos meses renuncié a Triple A para foguearme en otras empresas y conocer a otros maestros”, finalizó. “Ahora entreno en la escuela de lucha de la Arena México. Ahora no pretendo buscar la oportunidad ahí (CMLL), sino prepararme y aprender más de la lucha libre”.

Laredo Kid lo ha querido jalar para luchar en Estados Unidos. Ahora está en trámites su visa para darse a conocer internacionalmente. Tendrá una gira en Colombia que se pospuso para febrero del próximo año.

Al igual que los entes alados de la WWE como Sín Cara y Rey Misterio Jr., el exponente saltillense de los lances suicidas advirtió que tiene carisma para ganarse a la afición. “Yo considero que tengo mucho ángel con los niños y es lo que me ha ayudado para ser querido”, aclaró además de conocer sus otros dotes.

Respecto a su estilo aéreo, admitió que le vino de un sentido innato por vivir el peligro en el aire. “Cuando empecé a entrenar yo traía la habilidad. Desde chiquillo me gustaba echarme maromas. Conozco las cuerdas y es cuando me acoplo”, indicó.

Aún así, no olvida que la lucha libre mexicana es más que brincos. “Tenemos que trabajar como la gente nos pide. Muchos prefieren los vuelos  y a otros les gusta la lucha clásica. Cada vez nos preparamos más para ser un luchador completo”, agregó enfocado en aprender durante sus combates de Naucalpan, por ejemplo, con la dinastía del Negro Navarro.

“Me gustara seguir los pasos de Místico y Rey Misterio Jr., me siento con la capacidad y el ángel. Cuando salgo, los niños corren a mí. Mi personaje tiene mucho carisma, además de ser humilde, porque eso te acerca a la gente con tomarte una foto. Me gusta ser sencillo y los fans son los que te hacen grande”, concluyó.

TABLA
Nombre de batalla: Relámpago.
Maestros: Hermanos Diablo, El Mexicano, El Apache.
Debut profesional: 23 de mayo de 2003 en Arena Obreros del Progreso.
Debut Triple A: 17 de agosto de 2009.
Títulos: Copa Higher Power 2012 de IWRG. Lucha Futbolística de Triple A en 2010.

octubre 11, 2012

DE LA TELA AL RING, EL MARIACHI SALTILLENSE GENERA ILUSIONES Y SONRISAS COMO PERRO GÜARUMO, TIBURÓN Y UN LARGO ETC.


Textos y fotografías: Miguel García-Cortesía

No es un bufón ni el chacal de la trompeta. Pero su sentido del humor ha hecho de Max González un luchador versátil, diferente en Saltillo, por darles aliento y gracia a los ídolos del público infantil, con mucho éxito arriba del cuadrilátero entre pequeños y grandes.

Su esposa dice que en el hogar de músicos, costureros y luchadores, nunca faltan las carcajadas y esa idea de optimismo, picardía y desahogo transporta al ring el padre de Tiburón Jr. para realizar una lucha con más comedia.

En el marco de las elecciones presidenciales de México este año, se recuerda su entrada como el Perro Güarumo, vestido de candidato y en compañía del séquito de botargas inspiradas en las caricaturas. “Si no completas pa’ las cheves, que te las paguen”, era su lema de campaña.

En consideración a los riesgos que ahora corren los nuevos gladiadores, hambrientos de fama como él cuando comenzó su trayectoria hace 25 años, él sabe que no está para esos trotes y el gladiador conocido como Bello Max en su debut prefiere arrancar una sonrisa antes de exponer el físico por una mueca de asombro.

El primer Tiburón.
Esa época terminó para él y se la deja a su vástago, Tiburón Jr., quien se abre camino a través de las fauces abiertas en cada salto al vacío y con un rediseño más moderno del equipo.

“Siempre me ha gustado la lucha y hacer un poco más de relajo”, enfatizó respecto a su estilo. “Últimamente lo que se hace en la lucha es muy arriesgado. (Yo) hago una lucha menos dramática, la gente se desestresa porque dentro metemos algunos sketches”.


Tarzán en tope.
Sabe que su forma de hacer circo, maroma y teatro no es del gusto de todos, pero afirmó: “Para ser luchador, hay que ser libre también (en modos y por empresas), porque en mi tiempo era una madrina segura si luchabas con gente de otra arena”, afirmó.

Tarzán, Perro Güarumo, Adán, La Vaca Chenta, Bob Esponja y Patricio son algunas de sus creaciones. De su primera fuente de ingresos como fundador del Mariachi San Juan, Max dispone de algunas horas para decidir entre materiales, trazos y colores, además de ocupar el tiempo de costura en su taller o en la máquina de coser situada en la cocina.

Vestido de mariachi, asistió para dar un reconocimiento.
Cuando termina el nuevo atuendo, lo siguiente es encarnar con justicia al personaje sacado de la televisión. Gracias a sus dotes de imitador, pues su parodia favorita es la de “Chente” Fernández, la tarea es muy sencilla para él.





Cuando ganó la máscara de Diablo Negro, era Tarzán.
Dentro de su historia deportiva, dos hechos son importantes recordarlos. Ante Dragón Oriental (Antonio Hernández), perdió la máscara de Tiburón en la Arena Obreros hace 15 años y luchó desenmascarado después. Más tarde, como Tarzán, ganó la capucha del Diablo Negro en el Salón Ferrocarrilero. También obtuvo el Campeonato de Peso Completo de Saltillo, ante Manuel Estrada, quien era Pájaro Azteca II.

Como Dios nos trajo al mundo: Adán.
En 1988 las Saetas Amarillas I y II eran los más avanzados entre los novatos de la Obreros del Progreso y con ellos se acopló la futura Vaca Chenta. Como iban a hacer su debut en 3 meses, lo invitaron a acompañarlos en la primera lucha, aunque ellos ya tenían su traje y él no.

Sin embargo, este imprevisto no fue impedimento, pero cuando tomó la decisión Max acabaría por encarnar durante dos años a un luchador exótico aunque no había sido preparado para ello.

“Hay un calzón rosa en la Obreros para quienes van a luchar y no tienen equipo de lucha. Por ello, la única manera es de salir como exótico porque andas en puros calzones”, recordó su inicio. “Sabía que el compromiso estaba hecho porque la cartelera se mandaba a las imprentas con un mes de anticipación”.

CREATIVIDAD DESBORDADA
Después, tuvo la oportunidad de entrar al área de la confección de equipos para luchadores, ensayando con los de su propiedad. “Mi mamá tenía una maquinita (de coser) con la que hacía arreglos, levantaba bastilla. Mis primeros trabajos los hacía para mí, pero salían puras tragedias, porque no me quedaban o se rompían”, dijo entre risas.

“Cada mes llegaba con un disfraz diferente. Me encargaban uno de las tortugas ninjas o guerreros del espacio”, indicó. “Había un personaje que llamara la atención a los niños y (yo) subía al ring para estrenarlo, la mayoría era de caricaturas. La gente ya me esperaba en la siguiente función”.

¿Nace una dinastía de escualos?
Además, su familia empezó a incursionar en el pancracio saltillense. Cuando trepaba descalzo a los postes como Tarzán o cazaba a sus presas como El Tiburón, sus hijos hacían de mascotas o ballet para sus personajes, sea de “Changuitos” o “Charalitos”. En esos momentos, su satisfacción era muy grande; mucho más ahora, que uno ya es luchador profesional y el otro va camino a serlo.

Feliz porque la afición de Saltillo conserva el carácter noble en comparación con el público de otras ciudades, Max González todavía puede hacer reír a las familias, incluso a sus compañeros en el ensogado, quienes son sus principales cómplices. “Algunos no se agüantan la risa cuando luchan conmigo. Y aunque seas rudo, la gente te apoya bastante”, comentó.

Una de las múltiples peregrinaciones.
Su mayor alegría es que hasta hoy, arriba del cuadrilátero, lo siga su familia y algunos diez niños que entrenaba en el Gimnasio Coahuila, con los cuales abren las funciones en las arenas a través de luchas de exhibición buscando preservar el deporte del costalazo y la unión del gremio luchístico.

TABLA
Nombre de batalla: Tiburón
Otras identidades: Bello Max, Tarzán, Adán, Perro Güarumo, La Vaca Chenta.
Debut: 1988 en la Arena Obreros del Progreso
Maestros: Green Demon, Costeñito Moy, Rocky Macías.
Máscaras: Diablo Negro.