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agosto 10, 2013

Indio Kikapoo Jr. Un rudo muy nice


“Con alma de zorro y corazón plateado”, así se definió el llamado “Jefe Indio” tras el deceso de su abuelo, Zorro Plateado Sr. Nacido en Monclova, Coahuila, es el más activo de la dinastía de don José Aguirre Quirino, leyenda saltillense de los encordados, y porta con orgullo su legado, la máscara plateada, en algunas funciones.

“Los Zorros luchan cada que pueden, pero yo me dedico a la lucha, es lo mío”, aclaró el rufián que supera los 130 kilos de puro carisma, técnica y rufianadas en el ring.

Textos: Miguel García
Foto: Cortesía

Guardia de bares, sabe tratar con los rebeldes y no escatima recursos ni fuerzas en maniatarlos a punta de patines y sopapos para ser el amo del escándalo en las arenas con bravuconadas como “¡Así me gusta, calladitos!”, “¡Órale, indios!” o “¡Arriba Monclova”. “Se me da la lucha ruda, los golpes y hacer enojar a la gente”, afirmó.

Su tonelaje lo llevó a militar entre los malandrines porque de los voladores no hay valiente que se le ponga adelante. Viene de una dinastía dividida entre rudos y técnicos, pero por un origen común en el bando limpio conoce sus secretos.

Además, su peso vale oro. Ha sido campeón de parejas al lado de Guerrero Negro Jr. en la Arena Pavillón del Norte, campeón peso completo de la FILL (Federación Internacional de Lucha Libre) y campeón peso completo de Nuevo León.

“La lucha para mí es todo”, afirmó a sus 25 años de edad. “Mi abuelo me enseñó a quererla, amarla y la defiendo con todo mi corazón”. Su debut fue en el 2004, en la tierra del acero. Pero su formación en lucha libre fue bajo la supervisión de su abuelo en el gimnasio del Lobo Yaqui y al lado de tres gladiadores con los que tiene parentesco: Zorro Plateado, Zorro Plateado Jr. e Indio Kikapoo.

A GRITO DE ¡JERÓNIMO!
En algún tiempo le dio por atajar el balón de futbol soccer y jugar voleibol. Incluso fue seleccionado estatal para varios equipos y ahí exhibió una de sus mayores habilidades que enmudecería a más de uno. “Fui portero y, como entrenaba lucha, a lo que pasaba por la portería me le tiraba”, recordó. Desde entonces no tenía problemas con su peso.

“Dicen que soy ágil, yo no me considero así. Pero desde chico he practicado deporte”, resaltó. Sin embargo, sus caídas, juego de cuerdas y saltos  al vacío revelan una agilidad innata en el cuadrilátero.
Aunque no frecuenta mucho tirarse desde la tercera cuerda, se atreve con algún tope suicida o semi plancha ante la sorpresa del público. “Me he aventado dos o tres vuelos, se necesita valentía”, dijo.

Aunque más valor requiere el rival, supo reconocer. “Para el que recibe está un poco duro. Incluso el Hijo del Guerrero Negro Jr. me recibió y salió lastimado. Duró dos meses y medio fuera de la lucha por una lesión”, agregó. Pero se dice con suerte, nadie se le ha rajado. “Me han tocado buenos luchadores”.
Su única fractura está en la clavícula pero por una mala caída.

VA PARA JEFAZO
Su experiencia de 7 años arriba del enlonado suma combates junto a Adolfo Tapia, L.A. Park, y un mano a mano contra el miembro más pesado de Los Perros del Mal, Head Hunter. Su tránsito por diversas ciudades del país no le han quitado los pies de la tierra.

“He trabajado con Atlantis, Héctor Garza, Shocker, Loco Max. He trabajado con Triple A, My Flowers, Sangre Chicana, Sangre Chicana Jr., Hator. Entre los independientes, con la mayoría, como El Solitario o L.A. Park. Me he enfrentado a lo mejor de la baraja luchística”, advirtió.

No obstante, combatir junto a ellos no le dio tanta satisfacción como subir al ring con su abuelo. “Mi máximo ídolo”, aclaró. “El día que luché con mi abuelo en un homenaje que le hizo Alfonso Torres, al final se me salieron las lágrimas. Fue un orgullo para mí luchar con él”.

Cuando formó con su parentela la tercia del “Legado de la sangre”, se sintió a gusto. “Es lo que siempre planeamos, luchar juntos. Desgraciadamente, por cosas del promotor, no pudimos seguir y a mí me interesa salir con mi personaje”, relató.

UNA OPCIÓN ES MÉXICO
“Es muy difícil estar en México. Vas a la aventura como muchos se han ido. Mi paisano L.A. Park me ha contado que se sufre mucho allá en México y uno sí la piensa”, confesó, pese al deseo por encontrar fortuna entre los mejores gladiadores del país.

“Yo estuve una semana pero la vida es muy difícil allá. La vida es muy rápida, están acostumbrados a otras cosas. Necesitas con qué sobrevivir porque no tienes trabajo y estás todo el día dedicado al gimnasio y tu entrenamiento”, narró.

NUMERALIA
7 años de experiencia en el cuadrilátero lleva el “Jefe Indio” de Monclova, Coahuila.

25 años de edad tiene uno de los herederos de la única leyenda saltillense, Zorro Plateado Sr.

octubre 30, 2012

GUERRERO NEGOR JR., RUFIÁN DE ABOLENGO


Su nueva rivalidad en Saltillo se fragua con Sombra Lagunera.
















De porte elegante cuando camina sobre el ring, Guerrero Negro Jr. es sinónimo de clase ruda a la vieja usanza, disfruta el cinismo y le basta una sonrisa socarrona para provocar la simpatía o repulsión de la multitud.


Textos y fotografías: Miguel García


Su talento no tardaría en situarlo donde quiere estar (CMLL); ahora desea ir a Japón y rivalizar con el otro Júnior favorito de Monclova, Coahuila. El Depredador del Aire, Volador Jr., le ha confesado su deseo de luchar contra él, así como Misterioso Jr. y La Sombra.

“Volador Jr. ya tiene su jerarquía dentro del Consejo, pero un día no muy lejano…”, profirió. “Lo que venga, yo lo espero con ansias. Quiero poco a poco, voy a paso lento pero seguro. En México ya no puedo trabajar de otra cosa”, afirmó el nuevo miembro del Consejo Mundial de Lucha Libre.

“Es una seguridad para tener trabajo, pero tienes que mantenerte ahí. A mí me hicieron doping y al otro día firmé un contrato. Me hacen entrenar duro y duro”, comentó.

Su debut lo hizo en sociedad con Herodes Jr. en la Arena Coliseo el 18 de agosto del 2012 y luego el 21 en La México, cuando cumplía 15 años de luchador profesional. “Es la ilusión de todo luchador pisar la Catedral de la lucha libre. Ya había sufrido yo tres años y medio. Se me dio la oportunidad y estoy muy contento”, reveló.

Generación 2012 del CMLL.
Por sus venas corre la sangre de un gladiador consagrado en México, pero, como sucede mucho en el medio, se cuestionó su calidad al igual que con otros Júnior. Eso no le impidió formar parte de la Generación 2012 del CMLL.

El rufián coahuilense compartió “toga y birrete” con otros cuatro elementos norteños: Espanto, Taurus (ambos de Gómez Palacio, Durango), Herodes Jr. (Monterrey, Nuevo León) y Akuma (Saltillo, Coahuila).

Aunque ellos son sus paisanos, él intentará seguir su propia senda. No quiere ser la burla de nadie, es un luchador serio. Su estilo es recio y prefiere castigar duro antes que echar a perder un combate. “No me gusta que la gente se ría de mí, me gusta luchar, por eso soy 100% luchador”, dijo.


NO DEJA DE APRENDER

Sabe que tiene lona recorrida, pero acepta consejos de los triunfadores, ganar experiencia en la nueva etapa junto a ídolos como Negro Casas o Súper Porky. “Me dijo Blue Panther: ‘Guerrero, navega con la bandera del más pendejo y vas a llegar lejos’”, recordó.

Llamar el interés del público no es fácil, pero él ha conocido las maneras: “Te enseñas a voltear con la gente, a pararte como un luchador. Necesitas envolverlos, te les vas metiendo poco a poco. Muchos luchadores hacen sus cosas y se van a la esquina. No, festeja, involúcrate con la gente”.

Además, atrás deja una buena lección y no quiere tirar a la basura esta segunda oportunidad. “Hubo un tiempo cuando luché para la Triple A en el norte. Me pagaban muy bien, pero muchas veces se te sube, llegué al vicio y caí en las drogas”, confesó. “Gracias a Dios estoy curado y juré nunca más volver. Ya tengo dos años que dejé todo”.

Cuando pensó en continuar ahora para el CMLL, desde el momento que arribó a México pasó hambres y frío. “No tenía dónde quedarme, me quedaba en la central (de autobuses) dos o tres días, no hablaba a la familia y pues fue muy difícil”, narró.

Pero fue perseverante y obtuvo su recompensa. Es momento para demostrar su valía, pues tal parece que está en planes de la empresa llevarlo a Japón, según informó.


“Ya me dieron mis papeles, ya estoy por nómina en el Consejo y es una ventaja. En noviembre tengo que sacar el pasaporte”, dijo. “Me van a dar una carta donde estoy dentro del Consejo para sacar una visa de trabajo porque el próximo año hay gira en Japón y quieren mandar nuevos valores”.

Sin embargo, aunque el éxito se asoma en un nuevo horizonte, la soledad lo atosiga pese a tener una hija que vive con su mamá en la misma ciudad.

“Pero me da gusto porque sé que estoy haciendo algo. Mi mamá me ve en internet; mis familiares, en la televisión. No sé si el día de mañana mis hermanos se quisieran ir, ya les dejé una puerta abierta”, manifestó.


DESTINADO AL
CUADRILÁTERO
“Desde que tenía uso de razón, anduve en ring. A los ocho años echaba mortales. Debuté el 21 de agosto de 1995 en Monterrey, Nuevo León; era contra Tony Cortés y Guerrero del Mal”, contó. “Agarré una silla y le abrí la cabeza al Guerrero del Mal. Yo luchaba como Dragón, estaba muy flaquito, pesaba como 47 kilos, a los 15 años”.

Su maestro fue su papá, en Monterrey lo pulió Súper Vaquero y en Saltillo fue Green Demon. Por el momento, sus mentores son Último Guerrero y Franco Colombo.

Antes de ingresar al Consejo, su carrera también fue de muchos triunfos. “Luché contra los Espectros por el campeonato del Estado de México y le gané el Campeonato Ligero de Coahuila, a los 18 años de edad, al Pandillero”, precisó.

A manos del Zorro Plateado Jr.
“He ganado la máscara del Eclipse, tío mío, y le quité la cabellera. En Monclova le gané a Baby Rap la cabellera. Buen luchador”, añadió.

Entre sus derrotas están algunas a manos del clan Diablo y otros técnicos. “A mí me ganó Latino la cabellera en enero (2012) en la APN (como colofón del pique entre clanes) y me ganó Piloto 2000 también la cabellera en una ruleta de 16 luchadores”, informó. “Fui el primero en entrar y el último en salir. Me agarró cansado”.

En la Arena Coliseo de Monterrey le dieron varios reconocimientos por ser el mejor rudo del año. También obtuvo el trofeo a la mejor lucha del año en la Arena Naucalpan en 2010. “Era Pimpinela, Miss Gaviota y otro jotito contra Hijo del Diablo, Abyssman y yo”, dijo.




Disputa títulos a los Espectros.
Antes, militó en la caravana estelar de Triple A, a los 22 años. “Me acuerdo que Pirata Morgan, Jerry Estrada, Sangre Chicana, El Cobarde y Jaque Mate me daban unas recias pero buenas. Yo me bajaba llorando”, recordó. “Te ven novato, ellos pesaban cien kilos y yo 65. Luego te echaban montón. Pero te conocen más y luego te juntan”.


Después, vino su nuevo viaje a México por el sueño cumplido: “De aquí nos fuimos Latino y yo, después llegó su hijo y yo le propuse a Mercurio que se fuera conmigo, además del Perico (mascota de La Peste Negra)”. Los dos últimos se abrieron camino antes que él y el menor de los Diablos fue conocido como Robin y Rigo en Arena Naucalpan.

“Cuando llegué a México, Demus 3:16 me quiso llevar a levantar pesas. Era el segundo día. Me dio una santa chinga, que me dio temperatura tres días”, sonrió.” Le dimos a pierna y yo vivía en el cuarto piso. Íbamos Latino y yo. Me subí y ya no me bajé. Le digo (a Latino): ‘Chuy, si bajas ahorita me traes una Coca’. No pasa mucho cuando me dice: ‘Oye, Pelón, ¿y si tomamos agua?’”.


INFLUENCIA GUERRERA

Héctor Picazo, alias Guerrero Negro Jr., es otro detrás del telón, sin arrogancia, con miedos y gran sentido del humor. Hijo del Guerrero Negro II y sobrino del fundador de la dinastía, admitió el temor y entusiasmo por encarnar a la nueva estirpe.

“Ahorita lo miras y está bien corto. A mí se me hizo larguísimo el pinche pasillo (de la Arena México)”, recordó “Pelón”, conocido así entre sus amigos más cercanos, cuando se dirigía al centro del mítico coso ubicado en la colonia Doctores, en la capital del país.

Heredero del clan de rudos monclovenses, reconoció que le temblaron las piernas durante su debut con el CMLL. “Gacho, gacho. Fueron los nervios. Se siente bien cabrón, el ring está muy duro, pero luchando ya no se siente”, enfatizó.

Respecto a sus predecesores, indicó que ellos eran muy diferentes a él. “Eran más manchados y eso me cerró muchas puertas, pero me ha abierto otras”, dijo. “Las comparaciones siempre van a estar. No soy un luchador taquillero”.

Pero cuando fue a Monclova, la gente lo recibió en la entrada. “‘Eres el Júnior de Monclova’, me dijeron, aunque toman mucho en cuenta a Volador Jr. Pero que te comparen (con el tío) ya es un halago”, declaró sin temor a un pique contra su paisano, “El Depredador del Aire”.

“Yo siempre fui el confidente de mi papá y él el mío”, afirmó. “Duró mucho tiempo dentro de la lucha, 22 o 23 años, pero él sabía luchar lo normal. No era aéreo, tampoco bueno a ras de lona, pero tenía un carisma impresionante. Con decirte que no sabía llegar a las cuerdas”.

“Estuvo en Triple A, pisó la Arena México y Coliseo, pero nunca supo agarrarse de las cuerdas”, añadió entre risas. “La influencia fue más mi tío al verlo llegar de México a Monclova con sus cadenas, bien enjoyado y bien cambiado”.

“Mr. Niebla me preguntó de dónde era y quién era mi familia: ‘Me acuerdo de las golpizas que me daban y me voy a desquitar contigo. Eran tremendos los Diablos’, así les decían”.

“Porky también me dijo: ‘A tu tío lo aprecié mucho, pero era un hijo de su chingada madre. Una vez nos citan a un restaurante a una conferencia de prensa, todos de traje, apenas me iba a sentar y me quitó la silla. Me caí, me agarré de mantel y me traje todo. Es una cosa que nunca se me va a olvidar’”, relató.

“El Negro Casas también me contó otra anécdota: ‘Íbamos en el autobús, tu tío traía una botella, le empieza a pegar al camión y lo paró el chofer. Avanzaba, le pegaba y se volvía a parar el camión hasta que ya le quitaron lo que traía en la mano y el chofer se la pasó molesto”.

Además, recordó la anécdota que le narró LA Park, Adolfo Tapia: “Se iban a echar unas cervezas”.
–Dale una cerveza a todos –le decía al dueño. Vas a llorar.
Entraba uno y otro y les mandaba una cerveza.
–Vete al taller –le dijo a LA Park.
Él se brincó la barda. Al otro día LA Park ve llorando al jotito.
–Bien me decía el Guerrero, vas a llorar. Se acabaron toda la cerveza. Dime dónde vive, ya no quiero que me pague todo, sólo para surtir.

La pérdida de sus primeros mentores en el pancracio y otros familiares, fue un golpe muy duro para Héctor Picazo. “Cuando falleció (su papá) me dolió mucho. Murió de cirrosis y diabetes. No comía, pura chela. Mi tío tenía un derrame. Murió primero mi papá, luego mi tío”, confesó.

“Hubo una etapa muy difícil porque luego falleció mi hermana con 27 años, una hija, luego mi abuelita. Eso fue en nueve años. Pero son etapas de la vida, seguí luchando porque no te puedes acongojar”, aclaró.

Una de las enseñanzas que le dejó su tío, Guerrero Negro I, fue traer su maleta y que huela bien, distinguirse por la categoría. “Veías a luchadores de Monclova con la ropa enrollada, sucia y las zapatillas enlodadas. Pero llegaba mi tío, abría su maleta y todo bien acomodado. Olía a agave”, dijo. “Todos los luchadores lo miraban porque era una persona que imponía. ‘Nadie me moleste’, era  lo chido”.

LAS ANÉCDOTAS
DEL LUCHADOR
“Hay que aventar una lucha buena. Hay unas amigas que nos invitaron a una carne asada y cervecitas. Nos vamos a ir con ellas, son como edecanes, están bien buenas”, propuso Guerrero a sus compañeros. “Corre Dragón, me da unas patadas, se avienta un tope, topa con las cuerdas y cae de cabeza. Pedimos la ambulancia. `No, mijo, que no me lleven… ¿Y la carne asada?´”

Cada vez que lo ve el Pingüino, ex Red Man, le dice “Júramelo”. “En Monterrey compré unas naranjas del Periférico, iban bien calientes y me las comí en el camión. Me dio una diarrea bien cabrona y así luché en el Coliseo. Llegué a la casa, me quité el pantalón y estaba la mamá de mi niño. Me vio… irritado ahí.
–¿A qué fuiste a Monterrey? –me preguntó.
– A luchar.
– ¡Júramelo!
–No pienses que me cogieron.

“En Triple A me dieron manazos y me hicieron correr de Reynosa a Laredo encueradote, a las once de la mañana”, contó. “Era un pinche kilómetro, venían los soldados de frente, me senté y me levanté en chinga bien quemado de las nalgas”.
“Son chingo de cosas que he vivido bien chidas por la lucha libre”, concluyó.

septiembre 07, 2012

LUCHA POR LA LUCHA: COSTEÑITO MOY


Miguel García
Zócalo | Saltillo

Foto: Miguel García-Cortesía

Sin que sea su obligación ni nadie lo demande, sólo por su deseo de que la lucha libre sobreviva en Saltillo, Víctor Martínez continúa organizando funciones desde hace 28 años en la Arena Obreros del Progreso.

Mejor conocido como Costeñito Moy, el gladiador semi retirado conserva vivo el histórico recinto que resguardó la época dorada del deporte en la capital coahuilense.

“No tengo ningún familiar que haya sido luchador. A mí me nació esto, me gusta y lo siento. No quiero que esto se acabe, no quiero que muera”, enfatizó quien usa como equipo sólo botas y calzón.

Sin embargo, aunque la respuesta del público ha ido a la baja, ha sabido traer con sacrificios a destacados exponentes del pancracio nacional. Desde Último Guerrero, Pimpinela, Pierroth y los Piratas hasta Las Parcas.

“Cuando bajaron las entradas, platiqué con un grupo de muchachos y les dije que no nos iban a cobrar la renta del local y del ring. Yo no puedo estar pagando lo que no tengo”, relató. “Si quieren, echamos para adelante y lo que salga ahí les va. Aparte, ¿los muchachos dónde van a practicar el deporte? Aquí estamos en el centro histórico”.

Nacido en Monterrey, Nuevo León, sin nadie en la familia relacionado con el gremio luchístico, su  debut en los encordados se remonta a Monclova, Coahuila, en 1968.

Hoy, a casi 45 años de trayectoria, además de organizar las veladas de azotones y porrazos, también es parte importante de una de las familias más arraigadas en la lucha libre local y uno de los íconos del deporte local para aficionados y jóvenes practicantes.

Su hija es Gatúbela, vive en Pachuca, y tiene por nietos a Maligna y Ángel del Infierno, hijos del Chavo Lomelí, uno de los tres Hermanos Diablo. Por ello, se siente satisfecho de ver crecer su propia semilla dentro del espectáculo de máscaras, patadas voladoras y lances suicidas.

Su etapa para organizar funciones comenzó en la Arena Otilio Zurdo Galván hace 35 años. Se pasó a la Sociedad Mutualista Saltillo Oriente, luego a la Arena Obreros entró a trabajar para instalarse ahí hasta hoy y reanudar las míticas noches de lucha libre en 1984 junto al promotor Marcos Zúñiga.

DEL ACERO AL SARAPE
Hecho luchísticamente en Monclova bajo la asesoría de maestros de antaño, vino a Saltillo en 1973 para encontrar pronto cabida en las funciones del Deportivo Madero, localizado en Hidalgo y Niños Héroes.

“Cuando empecé antes no era tan fácil subir a un ring y decir yo soy luchador”, recordó “En ese entonces la lucha era más fuerte, estaba uno más preparado porque así lo enseñaron. Hubo varias rivalidades. Alcancé a luchar contra Imperio Rojo, uno me hizo su compadre (Halcón Morales)”.

En un comienzo, Moy inició enmascarado con el nombre del Fantasma. “En esos años no había quien te hiciera equipos y había un muchacho que se dedicaba a hacerlos tejidosa mano. Hizo una máscara de mezclilla con el antifaz de Blue Demon”, añadió. Pero cuando entró al quite en la lucha estrella para suplir a otro luchador, lo hizo en calzón, con zapatillas y sin tapa. Esa sería su indumentaria final.

El misterio de su nombre es sencillo. Cuando empezaba, en Acapulco, Guerrero, había un boxeador llamado Costeño Morales, andaba en su apogeo y así lo eligió. Pero para que no sonara despectivo, agregó el diminutivo. También llegó un luchador de España al DF, Carlos Moll, y conjugó todo pero con i griega.

LOS PREMIOS SON
DE OTRO TIPO
Aunque en su carrera obtuvo máscaras y cabelleras, la mayoría las tiene en el olvido, pues para él luchar cara a cara contra gladiadores de élite en México, contar a los amigos y vivir grandes momentos arriba del cuadrilátero, es su mayor recompensa.

“La lucha libre es muy bonita, quizás ahorita esté en un bache.  Tal vez dinero no me dejó, pero me dejó muchas satisfacciones”, recordó Moy desde su oficina depositando múltiples fotos sobre el escritorio.

“Primero (fue) una familia, porque a mi mujer la conocí aquí y junto con mis hijos ha vivido en el entorno de la lucha libre. Nunca ha habido una queja. Afortunadamente me tocó una buena persona como esposa”, dijo.

Uno de los reconocimientos más grandes para él es tener amigos luchadores alrededor del país. “Se siente bien bonito que tengas tanto conocido entre los luchadores de nivel nacional”, comentó. “He ido a la Ciudad de México y a la lucha en la Arena México y Coliseo. Te topas con la mayoría de los luchadores que has traído y te saludan”.

“Alguna gente nomás ve (a luchadores estrella) en la televisión o las revistas y ellos se acuerdan de mí. Con ninguno tuve ningún problema, con nadie he quedado mal”, se jactó. Pues su propia experiencia, lo marcó cuando el promotor no le pagó hace años en Nueva Rotista y lo dejó a su suerte junto a sus compañeros para regresarse de aventón a Monclova.

“Más que máscaras y cabelleras, que sí me gané por ahí algunas, fue alternar con gente de México porque agarras más experiencia, pues te sientes nervioso al enfrentar una persona así”, manifestó.

“Tengo infinidad de luchas que di. Todavía no acaba uno de aprender, pero el que se acaba es uno. Estoy semi retirado, no quiero dar otro tipo de impresión. Para mí la lucha lo fue todo”, señaló con respeto por el deporte.

Una ocasión en la Arena Olímpica de Monclova, ubicada frente a la Central de Autobuses, platicó antes de su combate contra Rodolfo Ruiz, padre de Averno y figura nacional en ese entonces. “Me sintió nervioso. Lo que yo sé usted lo sabe. Vamos a dar espectáculo a la gente. Lo que yo le haga a usted se lo va a quitar y yo también. No se asuste porque yo soy (figura)”, relató.


TABLA
Nombre de pila: Víctor Manuel Martínez Ávalos
Nombre de batalla: Costeñito Moy
Otra identidad: Fantasma.
Trayectoria: 42 años como luchador y 28 como organizador de funciones.
Maestros: Luchadores de antaño en Monclova.
Debut: 1968 en Monclova, Coahuila.